: Repertorio Americano 183.
ciles, como enigmas en las esfinges enigmáticas, como Réstame decir que, para complemento de todas las añoranzas melancólicas de un pasado mejor en la orgu. culecciones, hay numerosas y megoíficas fotografías y Ilosa silueta de los arcos triunfales.
planos, y, en el Parque, al lado Oeste del edificio, un obelisco que alza su vertical como un reto al tiempo y al espacio.
Ya como un indicio de paz, de quietud, he visto las palomas, posadas sobre los frisos de la fachada. al enIV. Grecia trar, el silencio religioso de las salas es ua dulce reposo después del ruido continuo y ensordecedor de la calle.
Del Egipto, pasamos a Grecia y Roma. He aquí, poes, Ved: aquí está el Egipto fabuloso.
como dijo el poeta. la clásica era. Grecia es la llave de oro que abre el santuario de la III. Egipto belleza, del arte y del pensamiento, poderes luminosos que ensefian al hombre el secreto de la vida, bajo el doble aspecto de la forma, y de la idea, con el encanto sereno La primera cosa con que tropieza la vista, es una de la canción. Cada verso es una enseñanza, cada mármol tumba. de Perneb. de la quinta dinastía, se calcula que upos dos mil seiscientos cincuenta años antes de Cristo, un símbolo; la humanidad, ingenta y niña, despierta de su sueño como en un cuento maravilloso, y en el afán de y descubierta en Menfis. Luego, toda clase de objetos, Decesarios a la vida religiosa y a la privada, algunos de su lucha, llega a encontrarse a sí propia por la filosofía.
Palas, Athenea, al dar al hombre el conocimiento, tórna.
los cuales se cree pertenecen a las primeras dinastías, pe.
sediosa, no sólo de la ciudad luz, sino de la humanidad.
ríodo pre histórico, mal conocido, y más de cuatro mil Oh, Grecia amada e inmortal, estrella de este cielo afios anterior a la era cristiana.
interior en donde nuestro más intimo yo busca sin cesar Esto os produce curiosidad. Pero la atracción, el el secreto torturante del vivir. Ta brillas en las almas hechizo, está en estas momias, sacadas por manos profa.
pas de sus sueños milenarios, y que parecen interrogaros con el mismo fulgor sagrado con que reverberaba. ep la pureza del ambiente sereno la lapza de oro de la Minerva con los ojos extraños de sus máscaras. Poco a poco, el del Acrópolis. silencio que os rodea os retrotrae en el tiempo, y sentís la fascinación del ambiente lejano de los siglos; el Nilo, recibiendo el saludo gracioso de las palmas; el viejo Fa. Aquí están los objetos del hogar y del templo: ved, raón, rumiando su nostalgia de placeres puevos y desco. la copa (kylix) para la libación, y el recipiente (leky.
nocidos; la Esfinge taciturna, las pirámides, recortando thos) para el aceite del altar. Ved las cráteras en que el sus líneas de piedra sobre el incendio del atardecer.
dulce péctar, presente de Baco, recibe el bautizo cristali.
Ramses, los Tolomeos. Los reyes, ebrios de sangre, no del agua. Ved la ápforas, modeladas en los cuerpos mas que de vino, robando, sin embargo, las horas al pla. de mujer; con la gracia serena de sus curvas, con la cer o la matanza para descifrar con los hierofantes los pureza majestuosa de sus líneas.
hondos misterios de la cosmogopía.
Ved los anillos, los adorsos femeninos, las terracotas por último, Cleopatra enjoya su muerte con una bellas, las tanagras gráciles y delicadas, en que el espíriperla, que, al diluirse entre el veneno, quizá pareció una tu parece encontrar su delicadeza alada.
lágrima.
Ved a los dioses, bellos en sus mármoles como en sus leyendas: Apolo, juvenil, con divina juventud eterna, preside su coro albo, mostrando a la significancia moder.
Luego, ved los objetos preciosos de la toilette. La vana todo el esplendor de aquellas razas maravillosas, her.
pidad es tan vieja como el hombre, y de seguro la primer mosas de cuerpo tanto como de alma. Todo el hechizo mujer buscó la piedra más pulida para tratar de verse, ya helépico está aquí, y lo sentimos con la misma fuerza que que no podía llevarse con ella el movible espejo de las en aqueilas edades, en que los habitantes del Olimpo aguas.
bajaban a confundirse entre los hombres. Y, en tanto los reyes hacían pirámides y templos, las Ved los vasos, adornados con las escenas de la vida princesas tepian estas filigrapas de oro para adornarse, diaria: ved los mitos encantados, las ceremonias litúrgi.
estos vasos delicados para las esencias raras, estas mil y cas, la fiereza de la guerra, el rápsoda que parra los mil cosas que equivalen a las que hoy tiene en su tocador hechos al son de la lira. La sombra de Agamenón, la la más gentil dama de puestros días; con la diferencia de de Aquiles, toda la epopeya renace al conjuro esta que aquellos son de alabastro, y los modernos de cristal.
arcilla que fué laborada bajo un cielo purísimo, ritmando En otra sala, hay ocho grandes estatuas en diorita de el trabajo de las manos sabias con la cadencia de los verSekhmet, diosa de la guerra, procedentes del templo de sos inmortales.
Karoak; son potables, porque en ellas los rasgos apimales y humanos de su cuerpo de mujer con cabeza de leona están esculpidos con paturalidad magistral.
La escultura, documento principal en la historia de Una obra bella, es la estatua de un faraón, trabajada en diorita, y representándolo en forma de esfioge, como la nación privilegiada, tiene en estas salas hermosos ejem plares, unos originales, otros correctas reproducciones de un palmo de tamaño. También llaman la atención pequeñas estatuillas de las divinidades: Horus, Anubis, de los que en museos de otros países se guardan. Sátiros, nipfas, las Vepus perfectas, los grupos mitológicos, pres.
Osiris, muestran sus simbólicas figuras, en las que la erudición moderna no alcanza a ver más que grotescas jovenes artistas, que procura copiarlos lo mejor que tan sus deso udeces a la afición de oumeroso grupo de y primitivas representaciones de ideas que fueron tan profundas y tan vivificantes como las aguas del Nilo en puede, y a la vez presenta curioso contraste con su mo 808 crecientes.
vilidad bulliciosa a la grave serenidad de los modelos.
Hay varios otros sarcofagos; y, como guardianes eter.
Y, entre todas las estatuas, me cautiva la de Eirene, diosa de la paz, copia romana de la famosa de Atenas, nos de su reino, que vive siempre a pesar de su sueño de encontrada descabezada y sin manos. He aquí, piepso, milenios, dos gigantescas estatuas de granito de Menep.
tah, el Faraón del Exodo, tienen en la impasibilidad de un símbolo completamente moderno de la tan decantada paz.
su gesto y en la expresión rara de sus ojos cierta atrac.
ción misteriosa que os persigue como un hechizo.
RUBÉN YGLESIAS HOGAN Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica