Los bailes interminables mo.
256 Repertorio. Americano DESDE MEXICO mentáneo, algo más entretenido que la ejecución eléctrica de un infractor; pero la danza, tan deleitosa a largo de las seis u ocho horas de costumbre, con sus galapteos y sus diálogos a ratos ingeniosos, con sus paseos por UÉ es de Terpsícore? Todos los repdirsê bailando: con derecho, desde el vestíbulo y sus cuadernillos embo.
públicos de la ciudad de Méjico, luego, a mudar de pareja si ésta no se rronados con nombres comprometidos el que va al cine, el que asiste a los siente con ánimo de continuar la para el siguiente valse, vieve a resultar toros, el que discurre por las iglesias, danza; a tomar alimentos y cumplir un suplicio lento y, lo peor, un suplicio el que anda en los centros culturales, otras necesidades, cada tres horas duatrayente, tal vez por su misma lepti.
el que se distrae en los paseos, el que rante tres mioutos, y, finalmente, si tud, que ha obligado a más de un clé.
no sale de casa, desde hace algunos optare por desbayarse, a ser atendido rigo a recoger sus hábitos y a plegar, días está desfilando, en montones, en por la Cruz Roja, lo cual equivale a.
como pañuelo de lipo, su recato, a oleadas, torbellinescamente, frente al su exclusión de la partida.
más de diez visitadoras, de altares.
escenario en donde quisieran eterni. Propio de los americanos del norte, do de presunción romana, lo mismo a igual que todos, como el aboga.
zarse. al principió un centenar y a quienes no hasta ahora se imita, abora una veintena, las parejas par. quizá porque ellos lo calcaron de la que la damita que sólo mira muy disticipantes de un concurso de toques cretamente gente británica. estos bailes de re.
soslayo, permanecen bien excéntricos.
sistencia impresionan con más lenti.
upa, dos, tres horas, contemplando, Consiste, para no dejar de ser ex. tud, con wás fatiga, que un encuentro con tanto interés como desasosiego, plícito, en saber cuál es el último en de boxeadores: este deporte es la deliciosa y maloliente terquedad de los danzantes; y es que basta acomodarse dos minutos en la silla de un Animales de resistencia lunetario, a presenciar la apuesta, para que en uno se despierte toda esa prehistoria de que dependemos a pesar de tánta civilización, y que nos hace aptos para la guerra, exigentes en los toros, inflexibles ante el boxeo, tole.
rantes de muchos espectáculos que debieran celebrarse en cavernas. En los bailes de resistencia, eso sí, revive y aparece una que simula ser nueva circunstancia: la de lentitud; y deci.
mos que es vieja, porque el hombre ya la ha ejercitado en otros tiempos, al imponer el castigo señalado por el mismo en la aparente ipexorabilidad de los códigos. La muerte lenta debe haber sido algo deleitante: ir despren.
diendo, de un sér humano. miembro por miembro, al paso de los días, gozozo al hacerlo de justicia, mientras, afuera, el viento refrescaba otros hom, bres y otras turbulencias.
Aparentamos disgusto por la lepti.
tud y quién sabe si sowos francos: Dos molestará que no ruede con rapidez el ferrocarril que nos lleva a otro punto, mayormente si nos espera uoa alegría; nos dolerá un agonizar interminable, o porque el paciente es de nuestra familia o porque esa es la probable, cesación total de puestra actividad biológica; pero cuando aquélla se refie.
re a cosas que no nos pertenecen, entonces, aunque vayainos cubiertos con buenos casimiręs y cargando bajo.
la axila tomos de intención platónica, sentimos un reverdecimiento de ale.
gría, punca bien disimulada vi en el rincón penumbroso en que nos aco.
modamos a hacer acto de ausencia y de presencia. está probado que toda voz de protesta, en tales momentos, sale de las gargantas que, por razones de competencia, desea el fracaso de la empresa.
Por eso se explica el interminable (Bxcelsior, México, Por GARCÍA CABRAL. desfile ante el escenario del Teatro de 30 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica