192 2438 Repertorio Americano visiones, en el mar de bondas tormentas, y las estrellas veo allí tarnañas.
Aino tainbién la fuerza misteriosa, la gran idea y la energía vasta del árbol colosal que nos domina.
Tú, criatura, sé buena y aniorosa, sabe amariy sonreír, y eso me basta.
una palabra, que crea, no tiene un ticia les llegara a unir, un nuevo fac.
menor valor, y si he de ir hasta el final tor poderoso y refulgente entrará en de mi pensamiento, diré que de estas la escena de la lucha social. Conquis.
fuerzas en presencia es la más necesa tará su legítimo valor en la produce ria, porque, sin ella ¿en qué se em. ción nacional, se redimirá de sus ca.
plearían los capitales reducidos a la llados sufrimientos, callados, porque impotencia, y los músculos obligados el dolor de los espíritus cultivados es a la inacción. un dolor honesto y mudo, y logrará Ha desfilado la manifestación. La llevar con dignidad su superior desig.
ciudad tiene una quietud inquietante. nio de director de las fuerzas físicas y Por las grandes aceras de la calle de morales. la fiesta del Primero de Alcalá la multitud camina preocupa. Mayo será entonces fiesta apoteósica da. el cronista, al, observar el con de esfuerzo del cerebro y de los bratraste, aventa estas ideas sugeridas al zos, únicas e infinitas energías que ojear los documentos de gestación de acelerarán el pulso del mundo.
la de Francia. Si el trabajo intelectual se organizase; si los traba.
ANTONIO DUBOIS jadores intelectuales se solidarizaran; si un ideal común de avance y de jus. La Libertad, Madrid. Sonetos de Quental (Trad, de Exilia BERNAL)
ser. ti, sólo te quiero, pequeñina!
AMARITUD Sólo por ti, aún, y siempre oculto sombra de anior y ensueño de verdad ando en el mundo y lleno de ansiedad mi propio corazón en mí sepulto.
De templo en templo, en vano, llevo un y las flores de mi íntima piedad. culto, y veo los votos de mi mocedad recibir solamente escarnio, insulto.
Al borde del camino me senté escuchando pasar, agreste, el viento, y cije. Así ha pasado cuanto aué. Oh, mi alma, que creiste en la virtud. Oh, qué será vejez y desalieuto si esto se llama aurora y juventud!
APPARICAO Pronto, mi amor, que ya a la muerte cedo y ya siento estallarme el corazón, pensarás con dolor y compasión en las conjuras que te hice al miedo. de la casta alcoba en el encierro, mientras alumbra vlébil lamiparida, ante ti surgiré, cual peregrina.
larva, que huye al sepulcral encierro. tú, mi amor, al verme entre genidos, y ayes, me extenderás los bellos brazos tratando asegurarte a wis vestidos. Oye. Espera. Mas yo sin esperarte huiré, copio un sueño a tus abrazos y cual hunio huiré, sin escucharte.
ACORDANDO Sueño, y a veces el soñar quebranta este vano sufrir, esta agonía, cual alondra que canta y va, la inía, alma al cielo, se entrega, supe y canta.
Canta la luz del sol, la estrella santa, que al mundo trae un dia vás. un día.
El vuelo de las cosas, la alegría que las llena de amor y las levauta.
Mas de repente un viento húmedo y frío sopla sobre mi sueño: un calofrío me acuerda: poche regra. el dolor.
Acá vela, como antes a mi lado. Ali, mis cantos de luz, angel amado sólo son sueños. y sueño es mi amor!
SONHO Sueño, y no siempre el sueño es cosa yana, que el aire me llevaba arrebatado a través del espacio constelado donde la aurora eterna ríe lozana.
Las estrellas que guardan la mañana al verme así pasar, triste y callado, nirábanore, y decíanme con cuidado: Dónde está, pobre amigo, nuestra hermana?
Yo bajaba los ojos, receloso que traicionasen estas maguas mías, y pasaba furtivo cauteloso y ni osaba contarle a las estrellas, las castas hermanitas de tus días, cuanto es falsa mi bien e indigna de ellas. GERMANO MEYRELLES. Mas, qué hija de reyes o qué hada Sólo el mal y el dolor realdiente existe, era la que sutil se aparecía sólo engendra placer la fantasía, de mi cabaña humilde a la posada?
sólo en imaginar, el bien consiste, No era princesa di hada. Era un fulgor.
anda el mal en cada hora y cada día.
Era el recuerdo tuyo. que batía Si buscamos lo que es, lo que debía la puerta de luz y oro de mi amor.
nada encontramos que subsiste, PEQUENINA si esperamos un bien que el alma cría Yo bien sé que te llaman pequenina, no hay más reviedio aquí, siuo ser triste.
que eres cual suelto velo entre la danza. Oh, quién tánto pudiera que pasase que apenas tienes juicio y que te alcanza la vida en sueño solo, y nada viera; poco más, en el traje, la menina.
mas, que si nada ve, tiempo perdido. Que eres regato de agua mansa y fina, Quién fuera tan dichoso que olvidase.
Mas, si no duerme el mal cuando durmiera. pecho rendido si a carrera avanza, una hojilla que rauda el viento lanza, y frente que al sufrir luego se inclina.
Que siempre el mal peor es ser pacido.
Mas, hija, allá en los montes de tu grey BEATRICE de recelo y angustia soy tan lleno Después que día a día y siempre desina que olvido del vivir los hondos ecos. yando no quiero imperar ni ser ya rey se fué la nube de oro ideal que vi erguida; si no tengo mis reinos en tu seno después que vi bajar del cielo ya sin vida y mis súbditos, niña, en tus muñecos.
la estrella que fijé en sombras laborando; SONHO ORIENTAL Después que sobre el pecho los brazos Sueñome rey de una isla, maravilla (apretando muy lejana en los mares del Oriente hallé sólo el vacío y mi luz se fué huida, donde la luna sobre el agua brilla sió ver dónde mirar, y en todo ví perdida y la noche es balsámica y fulgente; la flor de ini jardín que más iba regando, Aroma de magnolia y de vainilla retiré los mis pies de la senda de abrojos impregna el aire diáfano y durmiente y me volví a otro cielo, y ya uo alzo los ojos y el mar, con finas ondas, en la orilla, sino a la estrella ideal de luz, de amor y bien.
lame la orla del bosque, vagamente: No temas pues; oh, ven! El cielo ya está en Donde yo en la baranda de marfil calma, me abisme en un ensueño juvenil la tierra silenciosa, la mar dulce y el alma.
y tú, mi amor, divagues al luar ¡El alma. No la ves. Mujer. Mujer!
del profuso jardin en las laderas. iOh, ven!
o te adormezcas bajo las palmeras VISITA mientras juega a tus pies león familiar.
Mi cuarto adorno con la flor del cardo y perfumo de almizcle suavemente; QUINCE AÑOS me visto con la púrpura fulgente, Amo la gran sombra de las montañas ensayando mis captos, como un bardo; que abre sobre los largos continentes unjo las manos y la faz con pardo sus brazos, de roca negra, ingentes crecido en los jardines del Oriente, cómo brazos colosales de arañas.
todo, para esperar pomposamente Ahí observan mis ojos tan extrañas misteriosa visita a quien aguardo.
cosas, por ese cielo, y tan ardientes. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica