. 30 Repertorio Americano Caracas, se indignaba contra la incredulidad vido en las batallas, el hombre más querido. público en Caracas, justainente eu el patio que, acerca de la bazañia de Ricaurte, y sin del pueblo, del ejército y de Bolívari, según de la Academia de Historia, es del doctor referirse para nada al Diario de Lacroix, el ilustre Baralt. Recordemos tambiéni, en Rojas de quien directamente procedeu las mostraban, en su presencia, oficiales distin hovor de tan bella memoria, que menos de dudas que desde hace cincueuta años hizo guidos, compañeros del granadino, que afir. tres meses después de redactar el boletín de nacer, allevde el Táchira, la proeza de Ri.
waban, siu rebozo, que su camarada olabía San Mateo. ese predestinado adolescente, caurte. Fué él quier, dedicado, durante su muerto de un balazo y que ellos lo liabían lector asiduo de Plutarco, y amante de la larga y meritoria vida, a escudriñar los orícargado para enterrarlo. y ese testinonio clásica antigüedad, cayó, cop la Patria rė. genes de la nación venezolana, tuvo la exprocede del nieto del general Soublette, don ciéu pacida, en la sangrienta pampa de La travagapte curiosidad de ir a las fuentes Manuel Hernáiz, de Caracas, en carta a dou Puerta, con toda la diguidad y decoro de los mismas de la historia, esto es, a los docu.
Julio Portocarrero, nieto del general Leaatletas griegos!
mentos auténticos. Rojas, admirador apary, de Bogotá. lo que afirmaban esos ofi Si en atención a que viás que nadie he es sionado de los héroes que consudaron la ciales, sio miedo, al general Soublette es lo tudiado este punto histórico, se quiere saber independencia, no se contentó con las rela.
mismo que muchos años más tarde. y sin mi parecer sobre el verdadero responsable ciones de los historiadores, y cronistas que referirse tampoco al Diario de Lacroix, del desdoro de la gloria de Ricaurte, voy a lo habíau precedido; no quiso escribir de dejó escrito el general granadiuo Tomás darlo con toda la buena fe de un escritor segunda o tercera mano, sino a conciencia Gutiérrez, también compañero de Ricaurte, que sobre todas las cosas la amado siempre sobre los archivos empolvados y casi intacen su Autobiografía, publicada oficialmente la independencia de su pluma. Ese sindi tos entonces de miradas inteligentedieute por la Academia de Historia de Colombia, cado no fué el ipfeliz oficial francés, que investigadoras. Rojas. asombrado ante la esto es, que él, acou otros oficiales compa recogió de los labios de Bolívar, en un día hazaña de Ricaurte, no se resignó a repetir triotas, recogieron el cuerpo de Ricaurte y de mal lumor del héroe (monientos en que lo que sucesivamente habían transmitido, lo sepultaron. los lionbres son unas frascos. las duras pa copiándose unos a otros, los historiadores de Tampoco observa el señor Orjuela que el labras contra los diilitares granadivos, que Venezuela: José Félix Blanco, Leary, mismo parte de la batalla de San Mateo, es. piás tarde el mismo Bolívar liabía de escri Montenegro Colón, Barali, Azpurua, Aus.
crito por Muñoz Tébar, fué puesto en tela bir, con su propia mano, y con más amar. tria, Larrazábal; se empeño en buscar el parde juicio en Venezuela, desde aquellos días gura aún, en carta dirigida a un célebre te de la batalla; lo ballo en la Gaceta de heroicos, y más tarde, en 1880, calificado de general gravadino, siendo inexplicable que Caracas de 1824, y lo publicó en la Opinión anónimo por un escritor venezolano que pa. el señor Orjuela, que rotundamente niega Nacional de la misnia ciudad, en 1878; pero, ra pada citó el Diario de Lacroix, y que, se que esas frases del Diario salieran de la hombre temerario en extremo, no se satis3 guramente, uo lo leyó nunca. Tampoco se re.
boca de Bolívar, haya callado ante esa carta fizo tampoco con el boletín impreso en el firió al Diario de Lacroix el señor Obispo al general Herrán, que está trascrita er mi periódico oficial de aqu llos lejanos pos, Celedon al refutar al escritor antes citado. libro Colombia en la guerra de Independen. quiso profundizar inás hasta ver con sus Menos para mnientes el señor Orjuela en que cia, tan manoseado por el señor Orjuela. ojos y tocar con sus manos el documento el señor Dlutis Durán, apologista de Ricaur. Es del doctor Aristides Rojas, erudito y original, de puño y letra de Muñoz Tébar, te, no tuvo frases amargas sino para el bole ameno escritor venezolano, el único histo y, como el que busca la verdad siempre tie.
tín de Muñoz Tébar, que él encontraba riador de ese país que tiene un monamento De la tristeza de encontrarla, dicen que el injusto con el héroe, deficiente y casi indoctor Rojas encontró el precioso documentcomprensible, justamente los mismos pe.
to, pero que, menos discreto que el aldeano ros que hoy le pone otro apologista de Ri.
de Oscar Wilde, que al fin, un día vib, real caurte, que no es otro que el mismo señor y verdaderamente a las Sirenas, bañáudose Orjuela.
a la orilla del mar, no guardó el silencio del aquí conviene observar que el autor, En el ariículo de Cornelio Hispano, rústico, sino que se dedicó a denigrar a las.
tan a cremente censurado, de ese parte de Las camisas de Bolívar, publicado en Sir as, bien que las tachas que les puso San Mateo, fué aquel Antonio Muñoz Tébar, el Nº 23 del Tomo del «Repertorio fueron sienipre inprecisas, y nuuca (tal fue Americanos, pág. 347, coluwpa 2, la emoción de su hallazgo) quiso decir lo joven hermoso y triste como Antino; después del revglón 8, se omitió el que había visto.
resa abeja del Helicóu caída en el cáliz de párrafo que dice: Uno de los historiadores de más talento ajenjo de los partidos. un alma que habito que ture el gusto de tratar en Caracas, siempre puras y elevadas regiones. seguu Refiere dou José María Espinosa, llamado quien le pregunté una rez si él, tav erudito la cálida prosa de Juan Vicente González, y el abanderado de Nariño, en sus Memorias, y tan independiente eu su criterio histórico, cun mozo llevo de gracia, de talento y de publicadas en Bogotá en 1876, al hablar de sabía en qué razones se había fundado el instrucción, incansable en el bufete, impá.
la entrada del Libertador a la capital, des. doctor Rojas para denigrar a las sirenas, ine pués del triunfo de Boyacá, que habiendo contesto de Barquisimeto, el 15 de abril de salido él con Maza al encuentro de los ven. 1) Fué el señor Ildefonso Díaz del Castillo, pas.
1914, en estos térmivos reservados, que son tuso como el general Gutiérrez, y académico de la cedores: siempre los que usau los letrados venezola.
Historia, quien, bace unos diez años, más o menos, pevas habíamos andado dos leguas, nos cuando escribeu sobre este asiato, pero presentó a ese Iostituto, en sesión pública, los macuando vimos venir un militar, bajo de no cuando hablan. Ahora escribe el doctor nuscritos originales de la dulcbiografia de su conte.
rráneo, que le habían sido congados por la familia del cuerpo y delgado, a todo el paso de su mag Lisandro Alvarado: general. La Academia resolvió, probablemente sin mífico caballo cervudo.
Ya desde la época en que viví como es.
leerlos, que se publicaran en el Boletin de Historia y Maza reconoció a Bolívar que había de tudiarte en Caracas (1878 1884) oí liablar del Antipiedades, pero be aquí que, al corregir las pruejado en el Puente del Común su escolta y sacrificio de Ricaurte. Fué justamente cuadbas, el Secretario de la Academia, señor Ibáñez, leyó, edecanes y se liabía adelantado solo para do Rojas comenzó la obra demoledora acerca con sorpresa, la citada declaración de Gutiérrez relativa a Ricaurte, y en el acto, jara ni escandalizar, la entrar a Bogotá.
de Ricaurte, Girardot, Drake, Oviedo Baños, supriinió en las pruebas. Por una casualidad que tan Vestía un uniforme de grana roto y lleno etc. Después be hablado con distintas per.
frecuentes son en estos casos el señor Restrepo Tide inauchas por todas partes, y la casaca sopas (de la clase de los inmortales, algunas rado, también de la Academia, vid las pruebas, ya devueltas, con las correcciones, a la imprenta Na pegada a las carnes, pues no traía camisa. de ellas. y opinan como Rojas en lo de cional, y al observar la mutilación hecha por Ibacz, Asi bizo la campaña de los Llanos. Se co considerar la explosión de San Mateo como restableció la verdad en el texto de la Autobiografia, nocía que hacía por lo menos uu año que obra de la casualidad; pero yo no he podido Lo que refiero lo tengo de viva voz y de los labios del no se cambiaba la ropa. Un sujeto salió a. ver esos documentos que se dice existen, señor Restrepo Tirado. Así, con ese criterio de no csla Calle Real en solicitud de una docena de para comprobar tal aseveración, y si es ciercandalizar, se ha escrito, patrióticamente. buena parte de la historia nacional.
camisas, fiadas, para llevarlas a Bolívar. to que existen debe ser en el archivo de Omisión Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica