104 Repertorio Americano. Vas a sufrir una decepción. No me dijo nacia raro vi sublime. si tuve la impresión de que realmente me quería, fué porque no supo sino balbucear lemblando, como cuan.
do se le viene a un adolescente el corazón a la boca. Cuánto la quiero. Amalia, mi amor. garraba el huracán un remoto alarido de horda. Don Juan, sentándose como treiuta años antes en aquel diván que uadie des.
pués de él Labía ocupado, dijo con su voz habitual, impregoada de piadoso hastío. Así fué en verdad. No te engañó, dulce amiga, la voz de mi avior. Pues según puso eu mis labios la única comedia que entre tantas necedades como han escrito de mí, baya sabido interpretarme, y que, por lo mismo también, permanece inédita: rojo quizá por la pasión, de un idilio, rojo por el enigma que encierra.
Descáramos detenernos en esta «Fan.
tasía Neurótica. sencillamente admi.
rable, y que quisiéramos, sio poderlo hacer por la indole de estas citas transcribir íntegra: en ese momento, tras una leve palpitación del cortinaje, entró don Juan.
Arazzó, urbavo como siempre, reprimiendo hasta la impresión del enorme suceso, con esa seguridad que ahuyenta al miedo por no haberlo sentido nunca.
Lejos, en una distancia de borrasca y de ausencia, abismada como la eternidad, des.
Cuando llegué a la cita la luna visitaba el jardín de la iny quesa, y era tanto el esplendor de ést: y era tanto el esplendor de arella, que dudé por un momeuto si la luna era la marquesa si la marquesa era la lur.
Es que nunca euamoré sin estar enamorado.
LEOPOLDO LUGONES, No olvidemos, al leerlos, el pombre del poema, que nos da su clave, peu.
rosis. La Nación, Buenos Aires. 2)
Al margen de los Fantaseos risas de plata tejieron los rayos de la luna sobre la fuente que murmuraba una rítmica canción celeste, y otra vez dudé por un momento si la luna era la marquesa, si la inarquesa era la luna.
de Andrés Avelino (Vlase el número anterior. Lágrimas de luz vertió la luna sobre las enredaderas, lágrimas le perlas vertió la marquesa sobre las rosas muertas, y entonces se acentuó más mi duda si la luna era la marquesa, si la quarquesa era la lupa nos El que se llame neurótica no da uo watiz, pictóricamente hablando; mas dos da el estado de ánimo del poeta, fuera de los siete colores. Asiquismo encontramos otro poeipita. Carey. no se refiere especialmente al color del carey; Carey es el nombre del borriquito que nació el mismo día que el poeta, que compartió sus alimentos, que luego quedó huérfano.
Todavía, Carey permanece en el patio de mi casa, pero yo. dónde estoy?
Pasemos ahora a señalar los poemas cuartillas en la perviosidad de los pri.
que nos han sugerido el segundo grado meros, pueriles vuelos de la fantasía, de elevación, digamos mejor, la segun. en los tiempos de cristalinos eosue.
da estancia. Creo que teniendo a mano ños; ese recuerdo nebuloso de aque.
el librito de poemas, señalareutuş, ins. llos tiempos gloriosos del alma; 110 tintivamente la a Fantasía Negrar, la. día encontramos aquel tiritero, y vie.
pero antes de enunciarlos, adelante. Den a la imaginación todos los re.
mos la aFantasía Pálidar: cuerdos de la vida; y, al intentar sacar de él lo que antaño, obtener, en vez Dos pálidas manos brindáronme de los ensueños, el cadáver, el cadá.
dos rosas muy pálidas; ver de una negra mosca. Asimismo, como su rostro, el poeta encuentra en hechos de la como su cabellera, vida, en un hecho concreto, el matiz como su alma, histérico, el matiz blanco. Detepga.
como su vida: pálidas.
monos eu esta «Fantasía Blancas; el Las contemplé un momento.
poeta deseara, como Darío, ser cartuTuve miedo de verlas marchitar: jo, atau sólo por 110 días; veamos yo no era tan pálido para poder llevarlas!
algunas coloraciones del blanco: En este poema todo es pálido: las en esas pocas horas de estar glorificado por cada monja pálida sentirme venerado; manos, las rosas, la cabellera, el alma, y en la noche callada, a la luz de los cirios, la vida; pero hay algo menos pálido, oir sus pepas bondas y acallar sus martirios, que es el poeta; éste, en vez de des.
y hacer de su pasado, en verso, un relicario, cribirnos directamente el tono del pacolgarlo de mi pecho cual mágico rosario, y orar, orar por ellas.
lido personal, nos lo presenta sobre el fondo pálido de las manos, las rosas, nás adelante: etcétera; la negación ano era tan pálidov nos demarca el líogte, la magnitud Yo prefiero el ainor de unos ojos azules, del touo subjetivo; hay, debemos seentre sedas de sueño, de gasas y de tules; ñalarlo el hecho de la vida de que un amor evangélico, triste, místico y mudo, a la impura vendimia de las caricias, rudo, dos manos muy pálidas brindátavle amor que sólo tepga. por caricia, esperanza, dos rosas.
y la tierna promesa del ensueño que alcauza Esto que convivimos eu llamar la vente a soñar; matiz del alma. y que nos lo reve.
un amor que no repa de esos otros amores, un amor que no tenga ni sonrisas ni flores, lan taptos hechos de nuestra vida, o nada más que un altar.
hechos que se suceden en torno nues.
tro, sin que quizá lo hayamos advertido, lo encucotra nuestro poeta, como Anior espiritual, puro y sublimizado con las vagas miradas de un rostro tono pegro en lo más hondo de su (euclaustrado.
alma, en la casi ingenuidad de su sinceridad, con el recuerdo del tiptero Hemos señalado las partes en que oscuro, de oscura tinta, que le acom. especialmente el poeta nos da más la pañó en su infancia; veamos cómo: la impresión de su blancura. El matiz tinta de aquel tiptero manchó muchas rojo, igualmente: rojo por la sangre, El hecho de la vida personal la presencia del borrico evoca al poeta no solamente el origen de determinada cooformación mental suya, ni sólo el motivo de su sensibilidad para las ideas correlativas, como en los versos anteriores, sino también la conciencia de su evolución, lo cual, también, es in matiz que caracteriza a las almas.
Véase otro aspecto de esta conciencia de la evolución personal en el poemita que se llama «Levantar, hondamente siguificativo y tan sencillo como una parábola: Mi sueño lucha con la blandura de mi (camastro, de ropa sucia y de papeles viejos; me esperan para ordeñar la chiva; con la salutación de un vaso de leche me voy a dar la clase de todas las mañanas; ya el chicuelo me aguarda con su Mantilla. 2. al punto la empiezo (con el café negro y el pan tostado de la viejecita. y, casi al terminar. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica