102 Repertorio Americano.
es. fuuesto con alguien que se permitió soureir, en sociedad, impuso sin disputa el imperio después de un hábil silencio para agu.
oyendo una de sus sentencias: de su belleza.
zar la impresión. El noble puede seducir, despojar, viatar, Imperio solitario como el de una estrella No te hagas muchas ilusiones. Geberal.
pero jamás huge, entrampa pi mientes, lejana, ya que niuguno de sus adoradores. inente, la revelacióu de los grandes secretos Al recordó eutouces Julio sería y quién no lo era. había logrado sorpren es poco aprovechable, por falta de prepara.
ese aquel fainoso «duelo de la sonrisas, que der el más mínimo temblor sentimental en ción o de índole. Sólo a un gran químics alguna vez te oſ mencionar. Con un emi el rayo de sus ojos celestes.
que fuera al mismo tiempo un místics le grado. cubado, según creo. Linda hasta el éxtasis, griega de Atenas serviría la fórmula de la piedra filosofi. No, diejicano. Al notar su gesto irónico, por la perfección y de Siracusa por la gracia, Cal16 otra vez, como recapacitand. Luego, Don Juan le dijo con helada cortesía. Quizá conforme labría dicho nuestro clásico Le en voz más baja: es más fácil sonreir, señor, que mantener mos, parecía que su juventud deslumbraba. Su amante. prosigy. La noticia esa sourisa ante la punta de una espada. por transparencia, en una luminosa inmate fué una bomba. Una seman, Jespués del gran El otro la maptuvo, pero recibió una rialidad de rocío. Belleza pura, total, más baile, embargaba todos 5s comentarios el tocada clásica, a dos dedos del corazón. propia de que la tallara al diamante, en uno mismo estupor.
Dicho incidente relacionábase, por lo de de sus sonetos de precisión, Lugones, que Pues aquí reanado, que tiempo es ya, el más, con una de las varias conquistas que es poeta.
hilo de mi relato.
dije, y cuya víctima fué una criatura deli Ambos favorecidos pos inclinamos ante la Absorto, sin duda, por sus otras conquis.
ciosa, casi una niña, de la cual había sido fineza que Eguía, muy de la vieja escuela, es tas, don Juan de Aguilar no había reparado pretendiente, al parecer, el mejicado de la decir, intraasigente en materia de retribu en Amalia: circunstancia que pudo parecer estocada. Pero, déjeome llegar cuanto antes. ción, apresurábase a devolvernos.
afligente para su buen gusto, pero que haal relato que pie interesa. Belleza fría, por lo tanto. Asi, al me bría resultado explicable, también, por el nos, opinábamos entonces. Unos atribuíanlo carácter de la beroíta: el demonio cohibido a su sangre británica; otros a orgullosa com ante el serafín. Nada de esto ocurría en tan.
placencia de sí misma.
to, segúo se vió después; ya que mediante Todos mis contemporáneos recuerdan el Hasta aplicábanle un fácil retruécano de un recurso, viejo en suma como todas las baile que dieron a mediados del 88 los espomi cosecha, con el que rindiendo homenaje argucias diabólicas, el conquistador premesos como uno de los acontecimientos.
a la novela nacional, labiale puesto yo la sociales con que se clausuró aquella cépoca ditaba ly captura de su presa angelical.
Amalia de mármol.
de las graudezası, menos por su boato y disDonuan aparentaba, pues, indiferencia tinción, dignos de la pareja obsequiante, que Es decir, comentó Julio riendo. ante Monalia, a pesar de conocerla y de estar de la misma pasta que el Comendador. muy relacionado en la casa de Julia de por haber sido reina de la fiesta quien lo era ya de los salones porteños, hasta el despo. Sin duda, como la propia doña Inés. Por prima e íntima de aquélla. Verdad es algo sería que su amante, nuejor dicho el que siendo Jalia una de las pocas mujeres tismo y la adoración: precisamente. una de Adiante eterno y fatal, la eligió entre todas lindas que no hubiese cortejado el conquisesas beldades que hacen época, como se dice para comunicarle el secreto de sus conquis tador, dicha actitud podía significar su reseu viejo estilo, y que quién sabe por qué tas, peto al hogar amigo, donde el más noble complicaciones de la cultura, del ambiente. sea. iuterrogo vivamente Julio. amor conyugal tenía su dechado en la perde la fortuna gozada durante generaciones. sea lo que van ustedes a saber esta sona de la dueña de casa.
de la alianza entre castas selectas, eogeodra noche, Amalia, en tanto, mujer al fin, y con esto de cuando en cuando la Gracia, para su exsensible al misterio inquietante de aquella clusivo esplendor, como aquel tulipáo que fama, llegó más de una vez, casi por instinflorecía una vez por siglo en los jardines del Bienaventuravza to, a aproximarsele, bajo la curiosidad hostil, sultán de Constantinopla. Esa mujer cuyo pero temerosa, del pájaro ante la serpiente.
nombre es inútil disimular, puesto que desde ¡Los pobres de espíritu, bienaventurados! Sorprendida de sí misma, el miedo que hace tantos años impuso a la maledicencia De excesivos pesos marcharon cargados. debió confesarse, transformosele en vago el imperio de su desdén, era una conocida de rencor, priniero, en perfecta indiferencia todos ustedes: Amalia Parish, semidiosa toSu vida es obscura, su existencia amarga; después.
davía.
pero el Señor mismo cargará su carga. Don Juan permanecía igualmente impasiLemos y Julio aproxipiáronse a la mesa ble; y por inás que hablara con ella algunas con interés.
Oh Señor, de toda bienaventuranza veces, nunca le habia dirigido la palabra. Mi tía Pastora dijo el primero no obsesa de ser flaco sólo se ine alcanza.
Pero esa noche del baile, la casualidad, tante su devocióu, la admira como a una acercándolos en un saloncito inmediato al mujer de talento extraordinario.
Cou dulce mirada, con manos sedeñas, ambigu, inició el drapia. nada más bien hallado completo el pesaste mis fuerzas, viste mi alma mustia, Fué la chispa una frase trivial como en otro que su debominación de semidiosa.
jy me diste cargas, Señor, tan pequeñas, todas las horas decisivas de la existencia.
Ayer, precisamente, o encontré, radiante pero que así y todo me dieron angustia.
de esa gallardía que parece ir alejándola en Solo y de pie ante una mesa central, Don la soberbia de una invencible juventud.
Juan, que probablemente esperaba, al oir el a los fariseos. Dejad que os diga sedoso rumor del andar femenino, volvió la. Efectivamente resumió Eguía, en los que es ante mis ojos tan grande una hormiga cabeza con breve ademán de halcón, alzando seres de esa clase, la edad no es decadencia. su valor tau puro, su afáu tan profundohasta ella su mirada de sombrío topacio. sino retirada. La hermosura perfecta lleva como un Dios o un Atlas que levanta uu dirigiéndole la palabra por primera vez: en sí algo de inmortal. Amalia Parish lo (mundo.
fuc, basta no faltarle ni el don de una inte El blanco dijo sienta mejor que el ligencia tan clara como la limpidez de sus azul a su género de belleza. Si otro las pesara! Pero yo las peso ojos. Es, así, de las que conservan mejor Debo advertir que en reuniones anteriores, y en ninguna carga puede ballarse exceso.
había vestido ella de azul con cierta fre.
aquella gentileza del lenguaje en que residía, tal vez, el encanto más delicado de la cuencia, lo cual revelaba una atención mi.
Porque también dije, a la cruz clavado: nuciosa bajo el aspecto indiferente de Don porteña, por lo bien que conciliaba la digni¡Dios mío, Dios míol me bas abandonadodo Juan.
dad de la expresión con la espiritual vivacidad del concepto. ARÉVAĻO MARTÍNEZ Pero, el repentino halago de esa comproA los veinte años apenas, porque las mubación, asumió en ella una intensidad tal, Setiembre de 1923.
chachas figuraban entonces, más temprano (El Imparcial, Guatemala. que paralizada de golpe, tuvo que apoyarse Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica