Repertorio Americano 291 me servado en los niños. En mi tiempo no se acostuvibraba entrar al edificio de la escuela sino unos veinte segundos antes de las nueye. Hasta esa hora los mucliachos permanecían en el patio de la escuela y se divertíau en luchar. Estos chicos, sin embargo, parecían ansiosos de comenzar sus labores en el interior. Ven a ver mis herramientas, papá, iastó el chico. Me dirigí, por lo tanto, a examinar su banco de carpintero donde aparecía un barco en construcción. Luego, como era tiempo de que él estrara a clase, 008 separamos, y fuí yo con una de las maestras a recorrer la escuela. Sin detencrme en descripción detallada, permitidine mencionar unas cuantas cosas que impresionaron mi atención, pequeñas escenas que, reunidas, dan idea del conjunto del panorama.
Unos doce chiquillos de tres años se divertían de varios modos en la azotea, prin.
cipalmente resbalando por una tabla inclinada, mientras una de las maestras vigilaba el juego. No parece que usted les estorbara mucho, dije a Ta maestra. Oh, yol respondió ella, riendo. No intervengo en sus juegos, a menos que sea en casos de intensa emoción o de injusticia social.
UN MILAGRO brirse claramente como trabajaba su mente nació. Observaba yo su rostro wientras las con la gran idea elemental de que los acci preguntas y respuestas se cruzaban, y predentes y magulladuras no sobrevienen por sencié un milagro. Vi cómo uva mente cosí mismos, sino a causa de algo que nosotros menzaba por primera vez a funcionar. Adehacemos o dejamos de haceri laptose tímidamente, y tirando del vestido a De la clase de niños de tres años pasé a la la maestra, exclamó. Lo que yo quisiera de cuatro años. No se encontraban éstos por saber es como los trajes van a las tiendası.
el momento en la sala de estudio; habían Quizá os parecerá esto un trivial ejemplo salido a examinar un edificio cercano en de curiosidad infantil, pero gi os detenéis a construcción. Escuché cómo la maestra, con pensar un momento comprenderéis su signipreguntas adecuadas, bizo que los chiquillos ficación. Era una mentalidad de cuatro años le dijeran la razón de que, si se quiere le que daba el primer paso en la vía que convantar un edificio, es necesario ante todo duce al progreso continuo. los cuatro años excavar el sitio; y de donde vienen las pie. llegaba aquella niña, por su propio esfuerzo, dras el hierro, y los ladrillos y la madera, al gran descubrimiento de que todo becuo Había en el grupo una chiquilla que durante en la vida tiene una causa; que solamente todo el año escolar apenas si había abierto es posible comprender la vida razonando la boca: una chica concentrada, que parecía. retrospectivamente basta el por qué de las un ratoncito, y cuya mente estaba aún tan cosas. Este descubrimiento representa uua envuelta y falta de uso como el día en que cducación; una vez percibido, la mente lo Parà la biliosidad o La definición me dejó perplejo un momento; pero, observando a los inuchachos, noté que uo robusto chico, resbalándose en la tabla, golpeaba con sus pies la cabeza ile otra rolliza cbiquilla que le precedía en el deslizamiento. Cómo califica usted eso. pregunté. Se trata ahora de intensa emoción o de injusticia social. Esto es injusticia social. replicó 800riente. Dió una palaada y, reuniendo a los niños en torno suyo, los arengó brevemente sobre el tema del comportamiento de Freddie hacia Mary. Los muchachos escucharon con gravedad de senadores. Cinco minutos más tarde, Louise, que escalaba una tabla para subirse encima de un cajón, sufrió un accidente. Resbaló la tabla, y ella cayó de plano sobre su estómago. Me dispuse a retirarme; adivinaba lo que iba a seguir. Iududablemente la maestra preguntaría a la niña. Se ha golpeado la pobrecita su barriguita? la chica lloraría a gritos hasta que la consolaran con algún privilegio cepecial. Pero me equivoqué eo mis suposiciones. Louise. dijo la maestra. hay que ser valiente, una niña valiente. Los niños valientes rien cuando se golpean. Louise, chiquilla de tres años, después de un par de sollozos, enjugó sus lágrimas, sonriendo con patético pero triunfante esfuerzo. Reunió de nuevo la maestra a los niños en torno suyo, explicándoles que cuando uno se encarama arrastrándose sobre el estómago por una tabla inclivada, debe cuidar primero de que el extremo de la tabla se extienda a distancia segura sobre el margen del cajón que la sostiene. La expresión del semblante de los chicos era digna de estudio; podía descu. 21 GORAS DIABLITOS Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica