Bourgeoisie

296 REPERTORIO AMERICANO Ibsen y el muñequismo والمساهمالايالالاله الا El teatro reposaba en la anécdota. Se construían vidas planas, de dos dimensiones, y (Motivo de centenario)
entrelazando sus destinos se De 1928. La Habana.
las hacía vivir el mismo cuento. Aquellas «casas de muñecos»
que el dramaturgo enfocaba con malicia para mostrarnos los ángulos del drama!
Era una vida plácidamente segura, la del arte dramático sobre el edredón de lo anecdótico. Pero nada tan peligroso para el arte como esa plácida seguridad. La tranquilidad, la confianza, el bienestar son buenas normas para un ideal de vida burgués, no para un ideal artistico. Seguridad engendra conformismo y un arte que se conforma es un arte suicida.
Hay que perseguir la mayor seguridad posible dentro de un gracioso equilibrio inestable.
Aeronauta en su avión, sirvale al artista la propia gravedad, utilizada con destreza, para sostenerse, planear y ascender en el espacio.
Ibsen comprendió que la anécdota. merced a la cual Scribe, Augier, Dumas, Meilhac, hacían obras de «éxito seguro. lleva en sí un germen disolvente. La disolvencia moral que la crítica escandalizada y escandalosa veia en las obras de.
Ibsen, era un fenómeno de espejismo. La disolvencia estaba precisamente en el teatro anecIbsen. Visto por Bagaria)
dótico al uso. Ya el Zola crítico lo apuntaba en París, sin sospechar que en el otro cabo del prime la actitud polémica, guien ha observado sometida continente un arisco y genial única digna, fecunda del con a un entrenaje especial, se en«poeta dramático» del teatro templador ante la obra de arte. trega con soltura al deporte de de Bergen entrenaba su punte Hay que tener bien embridado inventar inécdotas interesantes ria contra los muñecos de «tiro y muy a mano el potro de la y logra hallazgos brillantísimos.
al blanco» del teatro burgués. inquietud para que nuestras (El teatro post romántico del Lo disolvente es la anécdota fuerzas no se diluyan, con de pasado siglo nos presenta ejemcuando se quiere hacer de ella lectación, en el óleo de lo anec plos muy característicos, sobre lo fundamental del arte. Cuando, dótico. Delectación pecaminosa, todo el teatro francés, con su so pretexto de realismo, se porque adheridos a la miel de la triada incomparable: Scribe, Dupretende dar anécdota por vida anécdota, como el insecto go. mas, Augier. gato por liebre. Sólo aceploso, nos olvidamos a la con Con la invención de la anéctando de antemano su esporadicidad, su contingencia, su dición viajera del hombre (la dota, surge la maestría de preirrealidad, cabe admitir lo anecvida es una sucesión de esta sentarla hábilmente y explotarla dótico. Como ocurre. en ciones: parada, minutos) y se los en su totalidad. Al «virtuosismo cuentos de hadas, en las farsas, apodera de nosotros la confor de la anécdotas destreza para en todo arte tocado de humomidad. Conformidad por parte cazar las especies más rarasrismo. Lo anecdótico de un del gustador de belleza. Con se incorpora el «virtuosismo de cuento de Anderson, de una formidad correlativa por parte la técnica. habilidad para aliñar comedia de Moliere, de una del artista. ya tenemos al y presentar bien la pieza conovela de Dickens puede inte arte inscripto en el circulo vibrada. Cuestión de cocina.
resarnos y de hecho nos inte cioso que Lope insinuaba con El público, no curado todavía resa. Pero con lo anedotico de su distico claudicante.
del sarampión romántico, acepun drama de Sardou no ocurre. El teatro, arte divertidor por taba con gusto las bien ensamlo mismo. En el primer caso lo excelencia, es proclive, como bladas estructuras dramáticas anecdótico tiene un valor de ninguno, a la anécdota. Esa que Scribe, Augier, Ennery, contraste, de confrontación con propensión a levantar toda la Meilhac, Halevy, etc. le ofrecían.
lo real, perfectamente distinto estructura dramática sobre uno Habituado al género (tanto como de la realidad. En el segundo, o varios hechos, produce un nuestro público de hoy a la intenta ingenuamente sustituirla. curioso «virtuosismo. La fan astracanada y a la obra bufa)
En el mismo grado que ha tasía cualidad distinta e infe consideraba natural que el simlaga los sentidos, la anécdota rior a la imaginación, como al ple hecho (argumento, trama)
adormece la voluntad y la incapacita para la reacción. SuFrancisco Icha so fuese el eje de la acción dramática y el personaje cosa secundaria, muñeco supeditado a él. El teatro vivía en plena era de muñequismo.
Ibsen produce el primer escándalo. Toma un puñado de caracteres y los lauza a la escena. Asombro general. Quié.
nes eran aquellos seres que se atrevian a rebelarse contra un sistema establecido? No sólo no giraban en torno al eje de lo anecdótico, sino que cada uno llevaba un eje ideal en sí y a el refería todos sus movimientos.
La obra de teatro dejaba de trazar idealmente su ruta circular de tío vivo ingenuo y fingia una hiperbola que desconcer. taba al público.
Ibsen, como todo revolucionario, había invertido los términos. La anécdota pasaba a ser cosa secundaria y el «carácter» cosa primordial. Desde entonces la obra dramática no se produce de fuera adentro, sino del centro a la periferia, porque son los mismos personajes los que al desarrollar los husos misteriosos de sus vidas urden la red dramática.
En un teatro de muñecos Ibsen atrevidamente hace penetrar seres vivos dotados, como su creador, de una violenta pasión polémica. Desde la comedia del amor. su primera obra de atisbos revolucionarios Ibsen entabla una polémica. constante, implacable, con el público. Polémica que en Casa de muñecas, en Espectros y en El enemigo del pueblo llega a su climax. El público tenía un concepto hermético de la obra de teatro, tanto en el orden artístico, como en el orden moral. Su concavidad receptiva no se acomodaba a las convexidades nuevas, peculiares, de la manera ibseniana. Le sublevaban los personajes de Ibsen. Aquella Nora inmolando todo sentimiento para partir en busca de sí misma; aquel Oswaldo, fruto podrido de un maridaje convencional; aquel Allmers atormentado por la imagen de la muletilla flotante de Eyolf; aquel Borkman solitario, amar.
gado, misantropo. Pero de toda esa humanidad levantada sobre las cenizas aún humeantes del romanticismo, acaso Nora, con su cabecita traspasada por un súbito pensamiento de liberación, sea el símbolo central de la renovación dramática de Ibsen. Nora significa la emancipación del muñequismo moral. El teatro de Ibsen, la emancipación del muñequismo dramático. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica