16 roja ciudad la puerta el estaba Yann, uno a uno musgo crecia fortuna a los arrecifes del mar que llaman Bar Wul habitaba la genuerta armado de una herrumbrosa lanza.
tierra y y dibui beras pantanosas levantaron de pronumbraron hombres no podrán soñar más. Empezaba a preguny benévolos dioses eran humanamente invocados por REPERTORIO AMERICANO que había estado desolada años y años por una maldi Cuando cesó el canto nos despertamos súbitamente, ción que fulminaron una vez los dioses airados y que otro tomó el timón y el timonel se durmió.
no habían podido revocar. que a veces mis sueños Sabiamos que pronto llegaríamos a Mandaroon. Lueme habían llevado hasta Pungar Vees, la go que hubimos comido, apareció Mandaroon. Entonces, murada donde están las fuentes, que comercia con Thut el capitán dió sus órdenes, y los marineros arriaron de y las Islas. Cuando hablé así me dieron albricias por la nuevo las velas mayores, y el navio viró, y dejando el elección de mi fantasía, diciendo que, aunque ellos nun ca habían visto esas ciudades, bien podian imaginarse el curso del Yann, entró en una dársena bajo los rojos muros de Mandaroon. Mientras los marineros entraban.
lugares tales. Durante el resto de la tarde contrate con para recoger frutas, yo me fui sólo a la de Man capitán la suma que había de pagarle por mi trave daroon. Sólo unas cuantas chozas había, en las que sia, si Dios y la corriente del Yann nos llevaban con Un centinela de luenga del la Puerta Yann.
ca est a la Ya había declinado el sol, y todos los colores de la Llevaba unas grandes antiparras cubiertas de polvo.
el cielo habían celebrado un festival con él, y través de la puerta, vi la ciudad. Una quietud de muerte reinaba en ella. Las calles parecían no haber inminente arribo de la noche. Los loros habían volado a sus viviendas de las umbrias de sido holladas, y el espeso en el umbral de una y otra orilla; los monos, asidos en fila a las de las puertas en la plaza del mercado dormian conaltas ramas de los árboles, estaban silenciosos y dorfusas figuras. Un olor de incienso venía con el viento midos; las luciérnegas subian y bajaban en las espesuras biase el eco de distantes campanas. Dije al centinela del bosque, y las grandes estrellas asomábanse resplan en la lengua de la región del Yann: Porqué están marineros encendieron las linternas, colgáronlas a la El contestó. Nadie debe hacer preguntas en esta borda de navío y la luz relampagueó súbitamente y deslumbró al Yann, y los ánades que viven a lo largo Porque cuando la gente de esta ciudad se despierte, puerta, porque puede despertarse la gente de la ciudad.
de las morirán los dioses. cuando mueran los dioses, los amplios circulos en las lejanías del Yann, y la blanca niebla que blandamente parte que dioses adoraba la ciudad, pero el enristro su encapotaba la fronda, antes de regresar a sus pantanos. lanza, porque nadie podía hacer preguntas alli. Le dejé Entonces, los marineros se arrodillaron sobre cubierta entonces y me volví al Pájaro del Rio.
y oraron, no la vez, sino en turnos de cinco o seis.
De uno y otro lado arrodillábanse cinco o seis, porque Lord Dunsany rentes, para que ningún dios pudiera oir la plegaria de (Continuará en la próxima entrega!
hombres al mismo tiempo. Tan pronto como uno aca de orar, otro de la misma fe venia a tomar su puesto. Así es como se arrodillaba la fila de cinco o seis, con sus cabezas dobladas bajo las velas viento, mientras que la vena central del río Yann encaminábalos hacia el mar, y sus plegarias cendían por entre las linternas y subían a las estrellas.
en la en voz alta la oración del timonel, que rezan todos los que comercian por el rio Yann, cualquiera que sea su fe. el capitán impetró a sus pequeños dioses mea los dioses que bendicen a Belzoond. yo también sentí anhelos de orar. Sin embargo, no queria rogar a un dios allí donde los débiles LARGA el amor de los gentiles; y entonces me acordé de Sheol Nugganoth, a quien los hombres de la selva habian GARANTUADOS abandonado largo tiempo hacía, que está ahora solitario mientras estábamos orando, cayó la noche de repente, como cae sobre todos los hombres que rezan al atardecer y sobre los hombres que no rezan; pero nuestras confortaron nuestras almas cuando pensábamos en la Gran Noche que venía.
Propetaria así, el Yann nos llevó magnificamente rio abajo, porque estaba ensoberbecido con la fundida nieve que el Poltiades le trajera de los montes de Hap, y el Marn y el Migris estaban hinchados por la inundación; y nos condujo en su poder más allá de Kyph y Pir, y vimos las luces de Golunza.
Pronto estuvimos todos dormidos, menos el timonel, que gobernaba el barco por la corriente central del Cuando salió el sol cesó su canto el timonel, por Lado Oeste Foto Hernández que con su cantó se alentaba en la soledad de la noche.
alli solo acababa de que la tian al asAMERICANA SASTRERIĄ nores, a Sanlore Coral NUESTROS TRABAJOS SON PRACTICA NUEVA YORK La plegarias Ladies and HA Tarlor Piedra Courellemen Juan Yann.
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