240 1127 Repertorio Americano diluía el aroma de los montes mojados. En el solar temblaban los jazmines (sembrados. Ali madre preparando la cena en la cocina. al calor de la lumbre dorada y montesina, de este modo empezaba la historia peregrinar «Una noche como esta se murió la vecina. Cuando algún viajero de hora legendaria implora un alero, una luminaria o un poco de pan, y la sombra es mucha en la noche fría de pronto se escucha la vocioglería del alcaraván. y verbosos a los mudos, y poue a los pies más blancos cuanto más están desnudos. es la saludable y rice.
si a nuestro rostro salpica y le brinda su inocencia; y al caerse alguna loja deshace la transparencia que había en sus ondas zarcas y lace pensar eu las charcas, las que mi recuerdo escoude.
con un cariño muy tierno, aquellas charcas en donde chapaleaba en el invierno.
Si eutre la penumbra suave de algún jardin escuchamos una voz y no dormimos, pues nuestra inquietud no sabe si son lágrimas o wimos o desliojacióu de ramos que no queremos concluya y nos parece que oímos decir. Soy tuyo. Soy tuya. el agua es la que nos arrulla con regocijo estupendo, pero en el oído, suaye: el agua que está cayendo, pues quedo abierta la llave. luego nos contaba un cuento de Las Mil y Vua Noches. el pájaro que hablaba, el (toronjil, la princesa del peine de oro y de marfil. Estaba titilando la luz en un caudil. después del ingenuo momento de rezar para alegrar las horas nos cantaba un aptar la señora. Era un canto del ayer familiar. El plenilunio estaba cundido de azabar. Si acaso atenua con sus finos chales alguna garua los cañaverales que cubren el plan, y moja la brisa el patio, y lo orea, cuál se iodioviliza, como ante una idea el alcaraván. Oh las veladas llenas de aquel sencillo canto. Las rodillas maternas que prefería tanto y que lo conducían a otras tierras de encanto eran para aquel niño las rodillas de un santo!
Mientras me adormecía, cruzaban azorados los gatos, cual fantasmas de ojos alucioados, y hacían las piruetas de los enamorados mientras la luna llena dormía en los tejados.
Por sus esbelteces, aunque sienta frío, me parece a veces el dios del hastío con ojos que están aureos de belleza que pasma y contrista. Qué altirez la de esa tristeza de artista del alcaraván!
en el Así en esta madrugada agua alborotada me siento primaveral, todo bienestar me eleya y me pone el alma nueva, mi voz tiene otro metal, y no habiendo un deseogaio que a mi corazón inquiete, en este día triunfal siento que después del baño la Vida es un ramillete en un jarrón de cristal. Oh casa que en invierno eres más (suspirada. Casa que en la penumbra te veo ilumipada. Cuando nos levantábamos a ver de (madrugada los retoños floridos en la tierra mojada!
Cuando ante una tea hay sombras extrañas y relampaguea sobre las montañas que en fuga se van, y el viento de afuera mueve las cortinas, como en primavera duerme entre neblinas el alcaraván. Casona de mi infancia, no te puedo. olvidar!
Es de noche. Ya cae tu sombra tutelar. Al apagarse el último fulgor crepuscular mis recuerdos cual niños se ponen a llorari CANCION DE CUNA IA PEPITO MORALES Nieto. EL ALCARAVÁN DEL PATIO (Para Azarias PALLAIS. Dice el hada blanca. Ya va a amanecer!
Duérmete piñito, que tengo que hacer. El hada azul dice, meciendo la cuna. Repica su clara campana la luna. el lada más negra que se puede ver. Allá está la luva comiendo aceituna.
Duérinete, que mucho tenemos que hacer. Dios fuertelo «Dios santo!
y se bacen de cruces mirando el espanto; se apagan las luces y todos están temblorosamente.
La gente azorada oye de repente la voz prolongada del alcarayán.
La luna, creyendo que ya amanecía llegó muy apenas rozando el cristal. decirte manda la Virgeu María que la vida tiene su poco de sal. Cuando sibilidos cuentan los abuelos cuentos de caminos y para otros cielos las nubes se van, el patio se asombra y se poue serio si cruza la sombra llena de misterio del alcaravan.
Otras ocasiones lo más peregrinasllegan los ladrones a buscar gallinas con siniestro afán, y en la sombra parda los espanta a gritos y los acobarda con sus gorgoritos el alcaraván, Despierta mañana, pero poco a poco; con todos la Vida tiene algo qué hacer.
Duérmete niñito, que ya viene el coco!
iDuérmete, que uu día ya vas a saber. CASONA DE MI INFANCIA Para BERNARDO ORTIZ DE MONTELLANO. Si en el vecindario se acercan las sillas pues es necesario que bablen a hurtadillas por el que dirán. pone temblorosas basta las estrellas Con sus rumorosas onomatopeyas el alcaravan.
En esta noche pienso en los días pagados allá en mi casa, mientras la lluvia en los tejados Yo lo reverencio eu estas hermosas noches; su silencio es el de las cosas que quietas están.
Muerte: si agonizo Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica