REPERTORIO AMERICANO 223 delicia de un cuarto de hora. La sed comenzaba a El zorrino atormentarle y sacudió la puerta enérgicamente. Queria salir al río a bañarse en el remanso de la orilla Viste de riguroso negro como un cura, salvo dos como los niños del pais; pero Jenaro Valdivián habia tiras blancas, a guisa de estola, que pasando por las asegurado la cancela de cañas con la caparazón de orejas, van del hocico al rabo.
una inmensa tortuga muerta: El Hércules de siete Mide apenas un pie y medio de largo, no posee años gritó en lenguaje conivo: las patas de la liebre, ni las garras del jaguar, ni el. Yacu Mama, Yacu Mama!
vuelo del halcón, ni los colmillos de la vibora, pero En el rio, unas fauces tremendas emergieron del tiene en jaque a toda la gente animal y aún alhombre.
agua con un bostezo lento. La oscura lengua en Todo su poder está en un pequeño pomo de horqueta bebió todavía con molicie la frescura del aceite que lleva oculto en el tafanario, en lugar estraagua torrencial. Poco a poco el cuerpo de la boa fué tégico. Pero es sencillamente catastrófico. El temesurgiendo de la orilla con un suave remolino de rario o ignorante que intenta atacarlo, se detiene al hojas. Tenía cinco metros, por lo menos, y el color punto, atacado él de náuseas: el zorrino,. con la cabede la hojarasca. El niño batió palmas y gritó alboroza gacha y la cola doblada sobre el lomo, hinchánzado cuando la espléndida bestia vino a su llamado dose y comprimiéndose, ha lanzado su aceite fosforetozando como un perro doméstico, pues es en rearecente y pestilencial, y gracias si no es más que lidad el can. y la criada de los niños salvajes. Sólo eso. Pues si el ofensor se arrima a distancia suficiente quienes no han vivido en el oriente del Perú ignoran. un metro el zorrino, que tiene puntería segura, qué generosa compañera puede ser si la domestican puede hisopearle la cara, y entonces pobre, de él.
manos hábiles. nadie obedecia como al minúsculo El perro, por ejemplo, así tocado, estornuda, gime, tirano, jinete de tortugas y boas, que le enterraba manotea, sacude la cabeza, se da de golpes contra el puño en las fauces y le raspaba las escamas con el suelo, inconsolable. Pero también el perro aunque una flecha. De un coletazo la bestia rampante disparó para eso ha de ser muy gaucho es el único que la concha de la puerta y entró meneándose con garbo alguna vez le ajusta las cuentas. Poniéndose de cosde bailarina campa. Jenarito gritó riendo: tado, para hurtarle a tiempo los ojos y la cara, deja. Upa!
que el rabicano arroje su arma flamigera. Tras lo.
La boa lo enroscó en la punta de la cola para cual lo ataca a mansalva.
elevarlo hasta el techo de la cabaña; pero de pronto Aunque suele andar en pleno día, las primeras volvió la cabeza airada hacia la selva. Se irguió en horas de la noche son las preferidas para sus explovilo como un árbol muerto. Por sus escamas pasaba raciones o sus paseos.
un crujido eléctrico y la cola. empezó entonces a la Cuando pasa, todos los animales, comedida y tiguear el suelo de la choza con espanto del huacarespetuosamente, se apresuran a abrirle cancha. él mayo azul y, verde que estaba columpiándose en su prosigue, con su andar como a remesones, muy cadena. Inmóvil, con los ojos sanguinolentos, parecia orondo, concienzudamente seguro del poder de su escuchar en el profuso clamor de la arboleda, algún aceite trascendental.
susurro conocido. Los monos en la distancia chilla Si la brisa y el terreno le ayudan, a más de una ron estrepitosamente. En qué rincón cercano había legua de distancia hace ya sentir su presencia.
muerto un arbol? Su turba de aves sin abrigo iba Cuando con su óleo non sanctus fray zorrino buscando otro alero en el hervidero de la selva po bautiza alguna cosa, no hay jabón, ni sol, ni aire, ni blada, sobre la rotunda fuga del río. Era preciso tener tiempo, ni diablos que la desbauticen.
oidos de boa para percibir en tal estruendo el leve Según los galenos de las Salamancas de ciencias rasguño de unas garras.
ocultas, nuestro nauseabundo personaje deberia ser, El tigre de la selva entro de un salto, se agazapó a pesar de todo, tenido en gran predicamento; la causa batiéndose rabiosamente los ijares con la cola nermisma de su calamitosa fama, su olor, es el especiviosa. Como una madre bárbara, la boa preservó fico para la jaqueca; su hígado, reducido a polvo, primero al niño derribándole delicadamente en es insusiituible contra el dolor de costado, y constirincón polvoriento de la cabaña. La lucha habia co tuye el más copioso sudorifico; su grasa cura todos menzado, silenciosa y tenaz como un combate de los reumas, hasta el de los octogenarios.
indios. El felino salto a las fauces del adversario, Luis. FRANCO pero sus garras parecieron mellarse y por un minuto quedó envuelto en la red impalpable que hizo crujir las costillas. Una garra. había destrozado la lengua Los pollitos serpentina y ļa boa adolorida deshizo el abrazo por Como en la clase, un minuto para volver a enlazar otra vez. Un alarido como en la escuela; resono, acabando en un jadeo abrumado. La sangre parecen los niños salpicaba de un doble surtidor y ya sólo se diviso con la maestra.
en el suelo un remolino rojo que fué aquietándose Va la gallina con los pollitos.
hasta quedar convertido en una charca inmóvil de Son tan redondos, tan redonditos, sangre negra.
tan afelpados, tan amarillos El niño lo habia mirado todo, con un terror oscomo las flores del espinillo.
curo primero, con alegría de espectador después.
Cuando, seis horas más tarde, volvió Jenaro ValTodo lo miran y picotean, divián y comprendió de una mirada lo pasado, abrazo luego se esparcen listos y alegres, al chiquillo alborozadamente; pero en seguida, acarimas si los llama la madre, acuden ciando con la mano las fauces muertas de su boa como los niños más obedientes.
familiar, de su criada bárbara, murmuraba y gemía Como en la clase, con extraña ternura. como en la escuela. Yacu Mama, pobre Yacu Mama!
parecen los niños con la maestra.
VENTU RA García CaldeRÓX FERNÁN SILVA VALDÉS Uruguay un Perú. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica