Repertorio Americano 263 Declara que nadie como los japo. Ríe de que Europa y Estados Unineses necesitan tanto la expansión dos, que han asolado al mundo con por su ya ipsufrible densidad de a la última guerra, le reprochen sus blación dentro de su limitado terri.
aprestos bélicos.
torio, Ríe de que los procedimientos imY concluye diciendo que es de perialistas y la Doctrina Monroe pue.
elemental justicia permitir al Japón, dan ser excelentes en un continente si no anexarse, sí adquirir, comprán y detestables en otro.
dolo, el territorio de que tiene dece. Ríe de la soberbia pretensión sajona sidad vital.
que afirma que la Civilización tiene los cabellos rubios y los ojos azules. sonriendo nadie sabe qué oculta ENTRE tanto, el Japón botará al su sonrisa afila en silencio su espada, agua en los próximos meses de di. para la Victoria o para el suicidio ciembre y enero, los dos buques de estoico y caballeresco.
guerra más formidables que el hombre En ambas cosas el Japón es maestro.
haya construído hasta ahora. el Japón ríe, con su enigmática Nueva York, noviembre 1921.
sonrisa, de muchas cosas. Excelsior. México, DF. el barco navegaba a toda vela, y zumbaba el a parejo, y crujían las cuadernas, y temblaban los pasajeros, ini padre, enardecido, decía al capitán: Más trapo, Auscluion.
Luego, las calmas chiclas del golfo de las (Yeguas, calmas de un mes entero.
El barco enraizaba en el mar, conio oasis en un desierto.
Arriaban el esquife para dar largos saleos, o cazar al arpón las doradas con que trocar por un bocado fresco salazón, tasajo y galletas. Días de calma, paradisíaco sosiego bajo las estrellas tropicales; otro firmamento el mar, pero en sentido (inyerso!
Llegó el buque, al cabo, a la Habana.
Mi padre, al power pie en el puerto, lloraba por la vida que abaudozaba. aunque allí iba a ganar dinero, abdicó, y en el mismo barco retorno al patrio suelo. Por gusto de la vida de navegante?
Quizás. Y, sobre todo, que en un rincón costeño de la vieja metropoli, al partir había dejado la hierbabuena en el huerto.
Le aguardaba la novia; la que había de ser mi madre luego.
EL BARCO VIEJO POR RAMON PEREZ DE AYALA Ría adentro, In Memorian Hacia el rudo y medroso mar en el remanso quieto cerraba sus brazos el puerto, de un estero, más bien alas de una clueca enorme cenagoso, verdinegro; que abrigaba y defendía sus polluelos, espejo las lanchas boniteras de olvido, de tedio y las traideras de remo, y de fantasmas de ensueño, todas con nombres de mujeres y de virtudes, yace sobre su costado izquierdo, madres, hermanas y novias de patrones, y que es ahora el de barlovento. marineros: e arco viejo.
Socorro, Esperanza, Rosario, Cuando era mozo, Caridad, Olvido, Consuelo.
ágil y velero, Upas a entrambos lados de la prora de un alegre color verde Nilo tenían pintados grandes ojos abiertos, tenía pintado el cuerpo.
y, al cabecear, parecía Auo le queda a retazos la hermosa piel de que querían romper el silencio. antaño, De aquellas emociones pueriles que una lepra planteada le ha ido lenta he guardado en todo momento royendo. amor a las tornientas misteriosas y a la serena claridad del puerto. ahí está, como un leproso bíblico, Años después, bastantes años, al borde del camino, expuesto las veladas en el hogar paterno.
la ría, encrucijada de caminosMi padre, de sobrecepa, a la lástima de los romeros.
Lacía que le leyésemos cuándo Alarcón, El diario de un testigo, cuáudo Dumas, Los tres mosqueleros.
Una dulce ternura me invade, Los había oído ya muchas veces mirando al barco viejo.
y por eso los ballaba amenos, Dentro del alına porque de antemano anunciaba se me abren las esclusas del recuerdo.
lapces y acontecimientos.
Bajo la inundación mansa y copiosa, Interrumpiendo la lectura no sé si mis dolores, los de hoy y los añejos. ojos brillantes, ademán profético. se anegan en el fondo, decía. Ya veréis; ahora viene o si flotan ligeros.
cuando Prim, en los Castillejos. Episodios infantiles bien. Ahora, Aramis astuto con melancolía renuevo.
a sus perseguidores da un quiebrop.
En mi familia lubo Otras veces mirada lejana, sonrisa en los armadores y navieros. labios Yo era muy niño, seis o siete años.
contaba cómo siendo soltero La casa estaba asentada sobre un roquedal babía hecho la corte a mi madre. costeño. Di madre, todo ruboroso el rostro miope y El mar saltaba al jardín (benévolo, en las tormentas del invierno.
murmuraba, Calla, hombre, calla.
Yo pegaba mi rostro a la verja, Pero mi padre proseguía el cuento, y me gustaba que el viento y contaba un viaje a la Habana, trajese espumas a mi frente y sabor de sal en un barco como éste: un velero. a mi boca. Tres meses duró el viaje.
Mi corazóu temblaba de misterio, Porque era castellano viejo, Veía las sutiles goletas, de casco de lanzadera uacido en tierra de Campos, mi padre y blanco velamen enbiesto. amaba el mar.
la Ramona (por mi madrina. Cuando con tiempo recio las Tres Marias, la Remedios.
Según el nombre femenino, yo les atribuia sexo; Lea el REPERTORIO y recocreía que naves y Dores eran princesas, cautivas en un encantamiento. miéndelo a sus amigos.
En aquellas noches de calaia, padre mio, cuando cantabas cara al cielo, quizás en el alma sentías congojas inefables a modo de requerimientos.
Era mi vida, aun nonnata; mi alma, que rebullía en el seno de la nada, y que te pedía corpóreo alojamiento.
Eran mi destino y el tuyo gravitándote sobre el pecho. veces me asalta un mal pensamiento. Por qué obedeciste al destino. Por qué seguiste el forzoso derrotero. Por qué no ine abismaste en el hondo mar de las cosas que pudieron ser y no fueron. Por qué me diste la vida y con la vida el pensamiento?
Hiciste bien, padre mío.
Hiciste bien. Agradezco con amor infinito y ardiente esta vida que a ti te debo, esta vida limpia y altiva, que un santo dolor, como fuego, ba purgado de escorias.
Creo verte, padre mío, la noble cabeza, de blancos cabellos; los ojos veraces, profundos, atentos; los labios, que nunca albergaron palabra vava o falso juramento.
Saliste al paso a la unuerte.
Solo y pobre ante el mundo me encuentro.
No hacienda, sí otra cosa más rica me has (dejado: alma hoprada, corazón sincero, ambición de lo noble, compasión hacia lo plebeyo.
Ojalá que de mí se diga. es un liombres, como de ti dijeron. ahora, por las rutas del mundo en busca del tesoro verdadero: la mujer semejaute a mi madre, para mi esposa. ver si la encuentro. que los hijos nos amen con el culto que os profeso. Del tomo El Sendero andante, Madrid 1921. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica