Repertorio Americano 265 dici. Santa Lucia lunta noite.
nieron unos chiquillos morenos, nedio y me ladró la perrada, y me hicieron y como eu un vago soliloquio co desnudos.
sentar a la sombra de los ombuses, tinuó. Saluden a o senhor. Tú, Sandici La casa ya estaba vieja, ese pozo Entaum home quer travalhar.
tú, Piqueno.
que hace el agua que cae del caño tam. Muito bein. y se volvía a golpear. los muchachitos me estiraban las bién estaba allí, y el campo, como enorme barriga.
sucias manos, al tiempo que decían: siempre, callado y triste.
Trajeron el mate amargo, que yo ¿Cómo teim pasado. Nunca te ha parecido que el campo aun no tomaba, y después la caña para Tragan a caçaza. Mientras se está como en una atención de oir. asentar el amargo y que, más tarde, fueron y uno volvía coyuna botella de terciada con bitter, servía de aperitivo.
caña que puso al lado del padre, éste Será por esa tristeza. Por esa Cayó la noche, en los árboles piaron hablaba: puerta salió un hombre gordo en ca algunos pájaros, y en la sombra del. Tengo dos gurisinhas más. Tú campo brillaron los bichitos de luz, y te debés reir. Estoy hecho un brasi.
bien que no fuera muy bueno el reci.
lero, ché. La costumbre. La madre bimiento, la novedad del campo me, habla así. Los peones. Sabés, la MONTIEL BALLESTEROS distrajo.
costumbre. veces me cuesta hablar. El hombre tiene gana de trabajar!
Le conocimos en Florencia. Es concomo la gente.
sul del Uruguay en esa ciudad. me daba vuelta en la cabeza la frase Tragan canecos; grito. Vas a Nos hizo vagar románticamente una de mi huésped. iSi, trabajaría el tomar un poquito, eh. Es de la buena. noche a orillas del Arno y por las calles hombre. seculares, misteriosas y pobladas de leYo no sabía qué hacer. No quería El señor Andrade me presentó la yendas, vecinas de la Plaza de la Sig.
darle comprender a aquel hombre mi noria. Cerca del Ponte Vecchio, in familia, cuando fuimos a cenar. Yo desilusión. Si alargaba la visita, no niño cantaba acompañado de una manhabía visto ya los ojos oscuros de las tendría qué decir.
dolina: brasileritas, sus hijas, espiándome des.
Trajeron unos jarritos enlozados.
de lejos, Casi no se conversó en la Valdivieso sirvió caña y nos la alcanzó quanta malincunia!
mesa. Todo el mundo miraba los plaal peón y a mí. El no bebía.
tos, y yo entreveía un tono de sorna. Iας molas de la canciόn iapoli ¿Y tú. tana, a quienes la voz infantil pusiera en la conversación parca de mi anfi Si no se van a servir más. Yo alas, se alejaban sobre el rumor majestrion: tomo en la botella. Sos de confianza. tuoso del río que se perdia entre las Entaum vosé eun reformador.
sombras. Qué le decía a aquel hombre. Sim, os libros falban muito bein.
Este es el marco que tiene en ini ¿Cómo despedirme. El me miró, y: falhan soos.
memoria, el recuerdo del joven escrisonriendo, animado por el alcohol, con lor uruguayo, allo y fuerte, de risit descarpada franqueza: franca en cuyos labios sucuan con ala La nerviosidad, el cansancio, la cama cridad siis versos inspirados en Wal Pucha, te veo medio como asusmala y sucia, no me dejaron dormir.
ter Whitman.
tado. Creias encontrarme en otro tren, Es de aquellos intelectnales que no Al otro día temprano me fuí a la co.
Con confort.
se extasian incensario en mano ante cina de los peones. Prefería quizá un el allar del arte, mientras la infamia. Por qué negarlo. Conocía de tanto aquella tosca sociedad a mi bradel siglo pasa a su lado sin conmover.
ese entonces tus ideas como las mías, silero irónico. Después me hizo llawar, los. El ama la vida de la Tierra, el. Bah, todo aquello eran teorías, cuerpo del hombre y les canta con frase y de nuevo, en sitio distinto al de la ocurrencias.
leal que no conoce los retorcimientos tarde porque ahora estaba de otro lado enfermizos, y su canto no es pasito, ni el sol, nos sentamos a la sombra de No me pegarás pueden triunfar.
cinico, ni soberbio. En la prosa y el los ombuses. Iba y venía el mate; los Pueden. Pero, verás.
verso de Montiel Ballesteros, que hemos No era el caso de polemizar, en con podido apreciar en sus Cuentos Urupollos y las gallinas picoteaban la tinuas interrupciones a mi amigo, que guayos) y en sil «Savia, se sien tierra entre nuestras piernas, y los te que hay tenso y vibrante un ner. perros perezosos que dormían, estirame decía: vio sano; sus páginas son veraces, dos, paraban las orejas, levantaban Dos cosas que están en locha no humildes y nobles.
pueden continuar siempre así: una Leoimos indignarse con ira sencilla, la cabeza y salían ladrando en tropel sin asomos de pose, anle la patrioteria cuando pasaba alguna carreta o algún triunfa. Yo te voy a contar mi vida italiana llevada al paroxismo en alle. viajero por el camino. como si la estuviese viendo pasar: llos días de elecciones de diputados, y Yo no encontraba oportunidad para mirá.
escuchándolo pensamos, mientras conYo guardaba silencio, y entre un templábamos srl cuerpo fuerte y joven, explayarme en mis proyectos, y aplaque en él tiene la intelectualidad lalino. zaba tal conversación.
mate y otro, y un trago de caſa, na.
americana, una noble realidad.
Después del almuerzo, como hacía rraba, pachorriento, mi excondiscípulo calor, me pusieron un catre de lona su historia: CARMEN LIRA ajo el ombú, para dormir la siesta. Upo viene de la ciudad a pelear un día y otro. y otro.
con el campo, cuanto uno afloja, la Empecé a tomar mate; otra vez propierde. Yo me acostumbré a esto, sin miseta. Era don Toco Andrade. Me bé la cafia. no la encontré mafa, querer, deseando resistirme. La des. saludó, y luego de leer la carta que yo eh.
preocupación es como la sombra de la mismo había escritor con mucho fio. Aquella vida era tan aburridora.
aruera: cuando uno menos quiere acorreo y había firmado mi padre, hizo El señor Andrade, haciendo alarde dar, está dañado; jentendés. un signo de aprobación y comentó: de la confianza que le merecía, me dió. Hace tantos años llegué aquí con mi Valdivies e muito amigo meu. a contestar sus cartas, y abrí las cuenjuventud, con mi título de ingeniero Se golpeó la panza con la palma de tas de la estancia para llevarlas en agrónomo y todas aquellas novelerías la mano; como llevando el ritmo de la forma.
fresquitas de los muchachos. Venía a frase, y repitió: Me habitué a las siestas; después la estancia de don Toco Andrade. ver da de. ver da de. tomábamos mate con mi hombre, y.
amigo intimo de mi padre, a trabajar Se hizo un largo silencio. Yo miraba. seguía aplazando mi negocio, salvo con él, si posible fuera.
todo, curiosamente. El espantaba las cuando pasaba de los dos o tres tra.
Como tú, sentí la impresión fea de gallinas que se le querían subir a las gos de caña y me veía obligado a esto. Salió un negro viejo a recibirme, piernas. Ordenó que cebaran el mate, bablar. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica