Socialism

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Repertorio Americano beros y conductores de carros, todos los cuales trabajan en la alimentación del pueblo, no tengan estatuas en ese wisuio parque no deben tenerlas los que conducen el pueblo a los campos de la matanza.
Esperanzas de revolucionario se vislumbran en Yo soy el pueblo: Yo soy el pueblo, la muchedumbre.
Yo soy el auditorio que presencia la historia, De pií surgen los Napoleones y los Lincolns. mueren. Pero yo doy más Napoleones y más Lincolns. Yo soy la sementera.
Terribles tempestades pasan por encima de mí y yo olvido. Me sacan lo mejor de mí y lo desperdician.
Yo olvido. Todo, menos la muerte, viene a ini y me bace trabajar y entregarle cuanto tengo. Yo olvido. veces une agito, rujo y esparzo algunas gotas de sangre para que la historia recuerde. Yo olvido.
Pero cuando yo, el pueblo, aprenda a recordar; cuando yo, el pueblo, aprenda a aplicar las lecciones del ayer y no olvide más a quien me robó el año anterior, di al que ayer se mofo de mí, job! entonces nadie pronunciará con escarnio la palabra pueblo.
La masă, la muchedumbre habrá llegado.
Ni falta el contraste lleno de gracia como en Hijo de los romanos, letras norteamericanas. Hay en él las lejarias resonancias de IVhalt Whitman. Los motivos de sus poemas se ban elegido, en los más de los casos, siguiendo la manera del gran poeta. Esto quizás resalta en el poema premiado.
Chicago es la pasta ciudad de hombros amplios, la gran constructora de herramientas, el colosal matadero del mundo, la que juega con los ferrocarriles y maneja todos los fletes de la nación. Se dirá de ella que es perversa, malhechora y brutal; pero cualesquiera que sean las tempestades que se agitan en su seno, bajo el humo y el viento y el polvo, Chicago sabe reir y ríe siempre. Desde los primeros acordes se siente la música de Whitman, la armonía mental, porque el ritmo de la palabra dentro de la cláusula es mucho menos evidente. hasta en esa forma de trascribir sus versos Sandburg no se aparta del autor de Briznas de césped (Leaves of Grass. Sólo que Whitman, por su intenso poder de simpatía, por su visión de lo universal a través de las cosas, fué gigan.
tescapiente humano. Sandburg es socialista. Esa es su limitación. Así un día ve las montañas y se asombra; ve el mar y calla; las estrellas, desde la pradera, y se llena de pensamiento; ve grandes hombres, soldados, obreros, madres, niños, y advierte una solemne vibración en todos ellos. Otro día ve a los pobres y les halla más pacientes que las montañas, que las estrellas, que las uareas, les ve innumerables y pacientes como la oscuridad de la noche, todos rotos; son los despojos, las ruipas humildes de las naciones.
Las escenas de la ciudad se sienten a trasluz de sus poemas: los rostros soñolientos en los trenes, las mejillas flácidas del cansancio, la precipitación en las estaciones y las calles a la liora de las comidas, los ruidos innume.
rables de las esquinas. El carretonero que se llevan preso piensa con melancolía, no en el hogar, no en la amante, no en los hijos, sino en el tumulto de las calles, el reso.
nar de las ruedas y de los cascos de los caballos y de los arneses y en el silbar del pito del policía que rige el tráfico; a todo eso es a lo que debe decir adiós.
Su socialismo aparece por donde quiera; pero con una acentuación sugestiva más bien que provocativa. Algu.
nas veces con terrible o con profunda ironía.
En Ana Inroth hay más bien sarcasmo: Cruzale las manos sobre el peclio así.
Euderézale las pieruas un poco así, llama el carro para que la lleve a su casa.
Llorará un poco su madre, y sus hermanas y sus liermanos.
Todos los dernás bajaron y están en salvo, y ésta es la única muchacha de la fábrica que vo tuyo suerte al saltar cuando estalló el juceudio.
És la mano de Dios, y la ausencia de escapes de lucendio.
Leed Clavos de plata: Uo lioinbre fué crucificado. Vivo a la ciudad como extranjero.
Le acusaron, le crucificaron y él reía ante la multitud. Sois miserables. En mi patria se crucifica con clavos de plata, éstos sou de bierro. seguía miofándose.
Al principio no le comprendieron. Luego liablaron de él en captiuas, iglesias y vestíbulos. Les vino la idea de que cada lombre es crucificado solo una vez eu su vida, y que la ley de la humanidad obliga a emplear para ello clavos de plata.
Erigiérople una estatua en una plaza pública. como ni siquiera liabían conservado su nombre eu ella le llamaron Juan Clavos de plata. No es ésta la. permanente crucifixión del hombre que trabaja hora tras hora por las pocas monedas de plata con que se le fija a las máquinas de la fábrica o al escritorio, mientras no tenga ei tesoros bastantes para crucificar a los demás? Se hace más manifiesto su descontento social cuaudo delante de la estatua de bronce de un general expresa su anhelo de romperlo todo y arrojarlo al solar de los desperdicios, porque mientras los agricultores, los mineros, los tenderos, los fabricantes, los bomEl bronceado palero, sentado al borde de la línea férrea, come su fiambre de medio día.
Un tren pasa y hombres y mujeres, sentados a las mesas, ornadas de rojas rosas y de juncos, comen sus asados cubiertos de salsas, sus fresas y cremas, sus pasteles y su café.
Concluye el palero su filambre de seco pan, se sirve un trago de agua que le brinda el muchacho aguador y vuelve a la segunda mitad de sus diez horas de trabajo diario para mantener el lecho de la vía férrea en forma que las rosas y los juncos.
apenas se mueyan en los vasos de cristal que se alzau altivos y frágiles sobre las mesas de los carros comedores.
Ni la nota amenazante y sombría como en La verja: Se ha concluido la casa de piedra, junto al lago, y los obreros comienzan la verja.
Son los barrotes de hierro, con puntas de acero que pueden rasgar los cuerpos de los hombres que paseo por encima.
Como verja es obra maestra que impedirá llegar a las muchedumbres, a los vagabundos y los hambrientos, a los niños ociosos que buscan un espacio para jugar.
Por entre los barrotes de hierro y sobre las puntas de acero nadie podrá pasar, salvo la Muerte, y la Lluvia, y el Mañana.
La visión puraniente poética, desprendida de sus ictenciones tendenciosas do es frecuente en la poesía de Sanbdurg; pero en las ocasiones en que aparece dejan comprender la existencia de un sentimiento profundo.
Hay delicadeza en esta aparición del barco perdido: Desolado y solitario. toda la noche sobre el lagodonde la niebla se arrastra y repta la ueblina con la sirena el barcoclama y grita interminablemente como un niño perdido en lágrimas y angustiaen busca del regazo de la balia y de los ojos de la playa.
En la. poesía que titula Los rascacielos el tono general es de Whitman: durante el día los rascacielos tienen un alma, el perpetuo movimiento de los elevadores, las cartas a través de los tubos, los alambres por donde suben y bajan los secretos, las palabras de amor o de terror ode ganancias, por donde llega la luz. Allí se mueven estenógrafos, jefes, allí llegan las cartas de todo el mundo.
Los rascacielos tienen un alma agitada durante el día.
Cuando más tarde los pisos se vacían en las calles adyacentes, los corredores un instante solitarios van llenán.
dose de voces extrañas, de lenguas distantes: son los que Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica