Carmen Lyra

96 900 Repertorio Americano Una carta: de Juan Silvestre cas. Una sonrisa de ipfinita beatitud iluminó las facciones del hombre regular. Ahora necesitaba otra bola para hermanar, y el miogo, la bola roja, con el objeto de completar la fantástiPrimera carta de Juan Silvestre ca carambola. don Fulgencio, que a su amigo sobre un alma destinada al Seno de Abraham entre otras cosas sospechaba la redondez de la tierra, pensó en la tierra. Su POR CARMEN LIRA brazo impulsaba con titánica energía los dos inmensos juguetes planetarios. No era acaso él, don Fulgencio, el MIGO mío: Me pides con insisten celda, y las llamo tentaciones porque hombre rico que posee la tierra, y pla cia que te escriba? Pues aquí me me hacen subir renegando, la pen.
gia a Josué cuando le parece? El Sol tienes, un si es no es gruñón y con diente del fastidio: y el renegar y el era su oro, y alrededor de esa esfera upas peregrinas opiniones entre la fastidio son actos pecaminosos según la tierra giraba fascinada, como una mollera que tal vez encuentres desca los filósofos optimistas.
mosca en la tela de una araña. Qué belladas.
Estas tentaciones han aparecido bajo magnífico iba a resultar el choque. Qué Como hace quince días que el reu la forma de unos vecinos oficiosos, explosión formidable conmovería los matismo me tiene recluido en mi ha. quienes vinieron a enterarse del por ámbitos del espacio. Qué reventazón bitación de anacoreta, no te puedo qué mi nariz no asomaba a husmear de llawaradas envolvería a la creación hablar de la vida, callejera. Pero mi fuera de mis dominios. Todos ellos en un relámpago de infierno!
reclusión no me impide dar una que gentes que han pasado apte mí, como Las dos bolas rodaban sobre el paño otra. dentellada en la vida ajena iel un cefirillo ante un comerciante enside los cielos con estrépido formidable, manjar predilecto de los hombres! mismado en sus operaciones. En estos Devoraban, millones de leguas en su cuando le encuentran sabor negro, días de enfermo, me he sentido entre curso, pero no llevaban trazas de jun. que cuando se lo encuentran blanco sus solicitudes y sonrisas, como se tarse. Faltaba la bola roja, el miogo, lo dejan a un lado por insípido y aun debe sentir la imagen de un santo que produciría la carambola. Don escupen el jugo que les tocó el paladar. entre los ramos de papel plateado con Fulgencio sudaba a gruesas gotas, so Me limitaré a contarte de algunas que lo adornara la ñoña doncellez de focado, anonadado por el espectáculo tentaciones que han frecuentado mi su dueña.
terrible. Bajo la rotación de los dos ¡Cuán malhumorado se ha vuelto tu astros las estrellas reventaban como amigo! Quizá sean sus años salpinen.
vidrios. Pero el sol y la tierra, la bola ALBA SIN SOL tados con estos dolorcitos del reuma: de riqueza y la bola de trabajo, no lle.
lo cierto es que estoy hecho un salvaje vaban trazas de juntarse. Faltaba la La mañana está fría, y que le huyo a la gente como el diabola roja, el mingo, que decidiría la publada y gris.
blo a la cruz, sobre todo a esas gentes carambola. Dónde encontrarlo. Dón.
Los cipreses, callados que no me producen ni frío ni calor.
de hallar un equivalente de esas esfe.
en el jardín, Bien sabes que esto no es producto negros en su tristeza, ras monstruosas? Don Fulgencio ten.
me hacen sentir de soberbia y que no desprecio a na.
dió los brazos, desesperado. Hubiera aquel hondo silencio die, ni a mí mismo, y que cada ser echado a rodar su cabeza por los cielos que vendrá al fin.
humano me sumerge en un éxtasis, si la creyera apta para provocar. la ¡La mañana está fría, Dublada y gris. cuando me vuelvo filósofo. Con todo, conjunción. Su oro, su querido metal, a la mayor parte de mi prójimo le di.
su vida, mejor dicho, jugaba contra Soledad y silencio, ría de buena gana lo que Carlyle al la tierra y nada podía definir aquel día sin amor!
suyo: lance!
Alba de plomo, triste. Hermano, seguramente no eres ¡Alba sin sol!
İLa bola roja! İLa bola roja! Hé De pronto en los cipreses odioso; eres digno de simpatía o por lo aquí lo que hacía falta.
se oye trinar menos de piedad: pero para mí iay!
En aquel momento, don Fulgencio un pájaro amarillo; eres horriblemente fastidioso y poco se sintió botar por los aires. Una exluego se va. dónde. otros jardines?
instructivo; sigue tu camino con mi plosión gigantesca conmovió las pare¡Señor, quién tuviera alas bendición.
des. El miogo! el mingo! tuvo tiempo Por suerte que mi pipa no me desde exclamar aterrado. Soledad y silencio: ampara, y a menudo me transporta día sin amor. efectivamente, el hombre metó. Alma que pena triste lejos de las caritativas garras de mis dico, acababa de volar, reventado por sin ilusión!
vecinos, y mientras su conversación una bomba de dinamita.
revolotea lo mismo que una gallina La murmurante lluvia, entre mi cuarto, el humo de mi pipa del muerto mar. Caras y Caretas, Buenos Aires. sin luz, que es hoy el cielo, se lleva en volandas mi imaginación a cayendo está.
otras regiones: a las del recuerdo, a las ¡Todo más gris y triste, del recuerdo solamente, y ya no a las más soledad!
del ensueño, que ya tu añoso amigo ¿Necesita Ud. algún libro. La desierta mañana no sueña. Ha tiempos que la Espeme hace llorar. Amor, en donde estabas?
rapza sacudió la mano en que tenía Pídamelo; si no lo tengo, se lo ¡Oh muerto corazóu para él gravillos de Ilusión.
consigo.
que un día fuiste la lira Pero noto que me pongo ligeramente de mi canción. Me hago cargo de toda clase de sentimental. Perdona este mi viejo La murmurante lluvia cayendo está!
inal que tan a menudo asoma por mis ¡Y el corazón dolido labios su sonrisa melancólica, cual un rompe a llorar!
ALBERTO CALDERON rayo de luna por la grieta de una CARLOS LUIS SÁENZ pared ruinosa.
SAN JOSE APARTADO 533 San José, Hoy vino a hacermé coni pañía un (Envlo del autor) tal Sr. pero a ti que te importa su para volar!
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