Repertorio Americano 177 COLÓN Evocación nocturna sostiene un haz genésico de olivos. en su vuelo sus alas forman una silueta de abanico.
Empero, algunas flores de algún vergel cercano adorban la aspereza del mar, como si hubiera, detrás del horizonte murífico, una mano dándole al mar un suave color de primavera.
Después, una montaña; después, el espejismo que se deshace en cuanto las latitudes baña el sol cuyos fulgores hundense en el abismo; después, la intolerancia de aquellos hombres tardos, rebeldes, iracundos. Noche inmóvil y tibia. En mi jardín hay huellas de estrellas rutilantes que encienden la laguna, inoche iomóvil de estrellas, poche tibia ge luna. Noche blanca de cielos, noche extensa de océanos!
Aves desconocidas, en rumorosos vuelos, surgen de los misterios, pierdense en los arcanos.
Ceremoniosa niente, el mar calla a lo lejos su exaltación. veces, efímeros y graves, esplenden los relámpagos en torno, como espejos en que grabado hubieran, perfiles, nubes y aves, con el mutismo oscuro que hay en los cuadros viejos.
Después, sombra, misterios.
Decoración extraña que pide una tragedia.
Tres barcos han salido del Viejo Mundo. En ellos, hombres de invicta audacia salen de la Edad Media. dónde van. Quién sabe! Entréganse la suerte como los Argonautas que eternizó la Hisubria: tal vez allí sucumban en brazos de la Muerte, tal vez de allí retornen en brazos de la Gloria. Colón, de pie en la popa, vigila la distancia como un pastor de mundos.
Ha dejado un momento de consultar los planos; en derredor la noche prende sutiles velos oscureciendo océanos y oscureciendo cielos, Todos los tripulantes guardan silencio aliora, como un lebrel se escucha que duerme la fatiga.
Una luna expectante la inmensidad decora y el propio mar parece que una emoción abriga como si presintiera los besos de la aurora, Inesperadamente, sobre el confin fulgura una fosforescencia; Colon quédase inmóvil ante ella. Su figura detállase en las sombras con la magnificencia ritual de una escultura.
La luz pasa y repasa. Diríase que es una pupila con que absorto contempla Dios al hombre en unas carabelas sio gloria y sio fortuna, flotantes como cáscaras en la altitud sin nombre.
Colón llama a Gutiérrez. Véis algo. Una luz brilla. Colón vacila y llama a Sánchez de Segovia. Qué véis. Luz amarilla que mengua y que se inflama, No dicen más. La lumbre desaparece. Una aria prolooga el mar. Gutiérrez retorna al puesto en breve; tras él, Rodrigo Sánchez. Murmura upa plegaria el genovés. La luna finge una flor de nieve. Noche inmóvil de estrellas, noche tibia de luna, noche frágil de ensueños; noche que en mis jardines en fior evoca una leyenda en que florecen fantásticos diseños!
El viento, que es hermano del mar, ipfla las velas; y lentamente avanzan, en la extensión nocturna, las toscas carabelas que rasgan el misterio del agua taciturna.
No van hacia el abismo. No van contra la ciencia?
Juan Pérez de Marchena quizás meditaria: la ciencia es un sofisma, un soplo, una aparien dia, la noche suplantando la claridad del día; la sujeción al texto sacerdotal, la oscura plegaria en el callado retiro del convento, la comba azul sin astros, la tierra sin figura, el pensamiento esclavo de un mismo pensamiento. avanzan siempre. El puerto, las playas y los montes, todo desaparece tras el fatal circuito; únicamente ensancha los vastos horizontes la austeridad remota que tiene el infinito.
Los tripulantes callan absortos. El abismo apaga el entusiasmo de las conversaciones. La tierra no es redonda; ha sido un paroxismo lo de Colón. rugen lo mismo que leones. avanzan siempre. Apenas, de vez en cuando, el lomo del mar copia hábilmente, en el vaivén distante, fulgores estelares que ondulan en él como si destrozado hubiérase alguna estrella errante.
Los días aparecen en una intermitencia prometedora que buye; y sólo el mar, el cielo, el mar y la inclemencia de un cielo que no acaba, de un mar que no concluye. avanzan siempre. El viento repasa el pentagrama de su monotonia que cruge en los velámenes con estertor de llama; y el mar entona el canto de la melancolía.
La brújula, lo mismo que un hombre, se impacienta y en su locura humana señala Duevos rumbos. a dónde van. Al vértigo que el agua transparenta en el isocronismo violento de sus tumbos. Noche inmóvil de estrellas, noche tibia de lupa, noche frágil de ensueños; noche que en mis jardines en flor evoca una leyenda en que florecen fantásticos diseños!
Solo, frente al enigma, Colón espera. En tanto, las horas van pasando con lentitud, lo mismo que si fraternizaran con el aleve encanto del mar y con el rudo silencio del abisino: recuerda entonces toda su vida. Aquellas horas de errar por las naciones sin una voz de aliento; las cortes, los jurados, las burlas opresoras y al fin un hombre que abre las puertas de un convento. ahora. el derrotero ignoto que anonada; y ahora, el hermetismo de una extensión. La pada que ensancha sus dos alas de pájaro agorero.
És un sopor que biere su espíritu, una angustia que estruja sus sentidos, una desesperanza que su visión amustia, un desfallecimiento que a reprimir no alcanza.
De pronto se extremecen todas las carabelas, la noche, el mar, el cielo y el hombre, al estampiad febril de un cañonazo que rompe las estelas con espumoso ruido; que rimbombantemente repiten los trascoros, los ámbitos, los ecos; los ámbitos sonoros, perdidos, hondos, secos.
Mas allá de los ámbitos oscuros y sonoros, más allá de los ecos.
La Pinta ha hablado. Tierra. Tierra que se descubre. Tierra. Tierra que llega. Tierra fecunda y grata que en la distancia ofrece su milagrosa ubre. Tierra. Tierra de octobre. Oh, Visionario, cómo alégrase en tu nombre la turba que ha visto una perfidia en tu convenio!
Recíbelos, acógelos. Protégelos, que el hombre siempre halla incomprensible el cielo, el mar y el genio. los primeros toques violetas de la aurora amáinapse las velas. Viva el terror sagrado. Oh, visionario, cómo reniega de tu nombre la turba que ha visto una perfidia en tu convenio!
Promételes, engañalos. Perdónalos, que el hombre siempre balla incomprensibles el cielo, el mar y el genio.
Empero, un ave cruza la opacidad del cielo y cree la fantasía que en la estrechez del pico (il Poema premiado con medalla de oro en el Concurso Literario abierto por la Municipalidad de Limón. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica