150 22 Repertorio Americano Sobre el tenebroso luto de Felipe Segundo, más tarde, resalta la perla que es como un intacto ljuevo de palomavirginal y digno regalo de América.
XXVIII No, por eso, en vano los ojos del buzo rien. hablan. Bueñan.
Místicas blancuras de la Madre Iglesia: altar revestido del mantel de encajes, forecidos nardos y encendidas ceras.
Füuebres blaucuras de inviervos causados ya de primaveras: unáruioles que caen sobre los sepulcros y canas que brotan sobre las cabezas.
Blancuras, blancuras, blancuras serenas: las espumas flotau sobre el oleaje y sobre los odios las blancas banderas.
Todas las blancuras radiantes, tranquilas, castas, fervorosas, lúgubres o tiernascomo que se extractan y, se reconcentran y por inquietantes alquimias pasando, cuájanse en la gota láctea de una perla, la leye concha que él con una mano de avaricia aprieta, de súbito, antojasele arca toda llena de adornos suntuarios y albajas egregias.
Destápase el arca; y hay un rebosante bullicio de perlas.
XXIX XXVI Para Job és triste, tanto como para Saloinor es bella.
La halla el lamentable varón de Idumea digna de la copa de sus amarguras, cual si sólo fuera llavto de algun ángel o de alguna virgen o de alguna estrella.
El muy voluptuoso Rey, en sus rotundos Proverbios, ofrécela, a modo de un lírico alarde, que luce, por entre las posipas de brocado y seda ya la más preciada de sus concubinas, ya el foron más alto de su aurea diadema.
Collares copiosos desgrápanse y ponen a rodar sus cuentas.
Giran cien anillos; danzan cien pulseras; y cien espirales encolerizadas rompen a dar vueltas y vueltas y vueltas.
Arracadas lloran; sonríen diademas; ricos broches saltan; finag piochas tiemblan.
Tal cual eproscado cinturón anbela ceñir breve talle sobre amplias caderas.
Velo aljofarado rasgase y protesta, cual si reclamara bajo de su adorno tentadoras carnes de oriental princesa.
Babuchas bordadas de aljófar bostezan, como si afiorasen barenes y siestas.
XXVII Digna es de haber sido regalo de César!
Lujo desdeñoso de la vampiresca Cleopatra, cuando como distraída se arranca a una oreja perla que en la copa de sus corrosivos placeres, a sorbos, apura disuelta.
Los ojos del buzo rien. hablan. sueñan. como poseídos por el fuego fatuo del lujo, en la crisis de ana borrachera.
Con Salomé rige las solemnes danzas: míranla los ojos de Juan, envolviéndola en una amorosa y ultima caricia, cuando el negro esclavo trae la cabeza cercepada sobre la ritual bandeja.
Los ojos trauquilos.
de Jesús reflejanla, al volcar el cofre de las vanidades y cortesanías de la Magdalena.
Es suya la Roma de la Decadencia: Neron la propaga, Petronio la ostenta, XXX Solo ya en la tarde, con el alma hencuida de gracia serena, como si tornara de un viaje fantástico, el buzo despierta.
Sentado en la orilla del mar, él contempla, domina y absorbe, refunde y concentra toda la agonía del Sol en las aguas; y en el panteísoio con que las tinieblas un blando y piadoso reposo le prestan, al ver en lo obscuro brincar las estrellas, imaginase una mano misteriosa, que, en mitad del Golfo, las aguas penetra y arroja a las nubes puñados de perlas.
Usanla en las faustas Cortes Orientales los Califas moros y los Shalis de Persia, los coros yolubles de las bayaderas y las sugestivas Lurís del Profeta. San José do Costa Rica, do poviembro de 1921. No hay una en las joyas con que se fletaran las tres carabelas. No hay una entre el grupo de preciosas piedras que dejó en las manos de gesial mendigo caer de las suyas Católica Reina?
José Santos Chocano (Envlo del Autor para el REPERTORIO ANERICANO. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica