234 Repertorio. Americano EL ALMA DE LOS JARDINES POR JAIME TORRES BODET (Poema premiado con la Flor Natural en los Juegos Florales de la Universidad Nacional de México)
EL JARDIN DE LA INFANCIA El que primero surge del gris de la distancia es un jardin de pueblo: en el jugo mi infancia. Jardín de rosas frescas, pretérito en su olor, risueño en la jactancia de sus fuentes gemelas y lleno, los domingos, de un lloro de vibuelas.
en que irisaba perlas de luz el surtidor. Fué junto al pie musgoso de sus bancas azules donde, a la clara sombra de tenues abedules, edifiqué palacios de porfido y, cristal con múrice de pétalos y cálices de rosa y un rayo prisionero de esa tarde amorosa de mi provincia pobre, jocunda y tropical.
Allí, sobre la grama, dejé la blanda huella de mis primeros pasos y promoví querella con mi agresión de risas al nido cantador, y me perdí entre pardos y florecí en su aroma y comprendi un instante el musical idioma de la brisa y del agua, del pájaro y la flor.
Bajo los platanares de hojas verdes y lacias y junto al irisado rubor de las acacias Dunca como en las horas de aquel plácido abril hubo una flor más tenue en pecho más jocundo que! la flor de inocencia de mi aogélico mundo, de mis alondras castas y de mi amor puerill ¡Ah! de la fuerza augusta que entonces se auguraba, del ánimo que abría sobre la carne esclava dos alas de pureza y un gran azul de fe, del pálido asfodelo de mi primer cariño, del loto pudibundo de mi candor de piño, de mi sol de querube. qué fué, Señor, que fué?
Solo un jardin distante, una musgosa tapia, un platapar sonoro, una gentil prosapia de espíritu de alondras y carne de clavel, una ciudad de angostas callejas tropicales y aquella pompa triste con que mi pavos reales, miraban el crepúsculo desde mi pozo aquel.
S610 el perfame queda, pero la flor ha mlierto; cuando enluto la casa quedó el balcón abierto, abierto sin defensa frente al eterno alud.
Hoy, en esta romántica mansión de las glicinas, job pájaro de entonces! ya pi tu canto trinas ni tu sollozo mana ifuente de juventud. Cuándo será que pueda, con el alma florida por el deslumbramiento de la primer salida, volver a los jardines de mi tierra natal, para entre tantos lirios lánguidos o risueños enterrar las adelfas amargas de mis sueños y el jacinto hechizado de mi celeste mal?
En prez de antiguos bronces y mármoles votivos, los siglos que pasaron, gloriosos o furtivos, en ese oscuro parque me dieron su ansiedad; legáronme los héroes su diamantino acero, su lira los poetas, los magos su lucero y Cristo el nardo místico de su inmortalidad.
Parque meditabundo de mi sabiduría que vio mi primer sueño nacer entre la umbría, la viva espada al cinto, ceñido de laurel, en un apsia errabunda de nuevas emociones bajo el augurio sacro de las constelaclones en una noche estiva de frores y de miell. Cómo, ay, en el instante unico y evasivo en que el alma está muerta dentro del cuerpo vivo, radiaba la existencia frente a mi corazón, y humana y trascendente y en sí misma abismada, oía los rumores de la noche estrellada y vibraba en las cuerdas de la lira de Dios. Cuándo, con ese anhelo de posesión divina, desdeñaré en el prado la roja clavellina, y adivinando un cielo latir siempre detrás, veré crecer mis ansias en ascensión suprema y entrañaré el sentido secreto del poema con el sentir del mundo. Oh. Cuándo. Nunca más. Cuándo, como en la sombra de aquellas señoriales desiertas avenidas, veré los inmortales espectros del pasado vagar cerca de mí, a Goethe junto a Shakespeare, a Shakespeare junto a Dante, el uno con reflejos de hechizo de diamante, el otro con fatídicos fulgores de rubí.
Parque de mi colegio, jardín del internado donde pisé mandrágoras crueles de pecado y desbojé a los vientos tréboles de ilusión, donde soñé mis sueños de gloria y de grandeza: tus pinos murmurantes me dieron su tristeza y tu silencio estricto me dió su corazón!
Podré cruzar un día más líricos jardines, entre rumor de sedas y brote de jazmines y palidez de lana bañando el surtidor, pero xo podré punca olvidar que tú fuiste el consejero adusto que amaba el alma triste en la hora pensativa de su primer dolor.
EL JARDIN DEL PRIMER AMOR Una leyenda sopla y un lento son de lira entre las hojas mudas parece que suspira.
Hay en el aura tersa sollozos de violín y risas recatadas de flautas indecisas y surge en la frecuente nostalgia de esas risas la temblorosa magia de mi tercer jardía.
Jardín de Guanajuato tupido de violetas como el amor primero de todos los poetas.
Dramático y oscuro jardín del CANTADOR donde una voz distante desde otro siglo clama, imprecando a los dioses porque perdió a su dama en el cruel infortunio de una bazaña de amor.
EL JARDIN DEL INTERNADO Tras este parque hay otro, dramático, que miro: un parque en que la brisa dejó siempre un suspiro. cuyo estanque oculto el sol no entro jamás; y que miró la vida pasar tras su reja del brazo tembloroso de la feliz pareja que al verlo tan oscuro trato de unirse más.
En él, bajo la sombra de sus sabios abetos, los libros y los astros me dieron sus secretos, la música del verso me supo persuadir, y al ver la ciencia inútil y la virtud creadora en un rumor distante, como de mar de aurora, llegó hasta mí el deseo confuso de vivir.
En el tedio angustiado de sus veredas solas donde forecen lánguidos cálices sin corolas como pupilas ciegas que buscan sin mirar viví la primer noche de cándido embeleso y en ese arranque brusco en que revienta el beso, el nombre de una estrella me indujo a suspirar. Oh los rebeldes mirtos de mis diez y ocho años! sus bucles de oro y sus ojos castaños Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica