Repertorio Americano taba al hijo de John Crocker para que martillo dominándolo todo. Ráchel, lo piotara. Mira, si no; mira el bie. dile. dile que estoy orgulloso de él.
rro fundido que sale del horno y a los Era de mejor metal de lo que creía, obreros desnudos de la cintura arriba! de tan buen metal como su padre. Sí. No sientes claramente el calor. No estamos hechos de un mismo metal, hueles el sudor que les corre por la pero el Fundidor nos vació en disespalda. No oyes el estridor de las tintas turquesas. grúas arriba y el estrépito del gran (Inter América, UNA POETISA CUBANA dignidad, de cierto elemento de inculto patriotismo que no había comprendido antes.
Todavía con los ojos secos, Rupert acompañó a su madre en el coche hasta el cementerio. Allí, en un sitio desde el cual se divisaba la planta que había sido la obra de su vida, fueron depositados los despojos mortales de John Crocker. Después, madre e hijo tornaron a casa, y al marcharse los parientes y amigos, se quedaron sen.
tados juntos y silenciosos. Al cabo de un rato Rupert pasó el brazo por la cintura de su madre. Se preguntaba tristemente si su padre había hablado de él antes de morir; y la idea de su desacuerdo se le había convertido en un peso insoportable.
Por último su madre se volvió hacia él. Rúpert. dijo. Qué, mamá. Quiero decirte algo. acerca de tu padre. La noche antes de su muerte estuve a su lado hasta muy tarde. Entonces, cuando vi que dormía tranqui.
lamente fui a descansar en el aposento desocupado. Dorwí más de lo que pensaba, pues cuando me desperté estaba rompiendo el alba. Recuerdas tú, Rupert, cómo acostumbraba llamarte tu padre. Cómo te llamaba desde el pie de la escalera todas las mañanas, durante todos los años que viviste aquí? Bueno: eso fué lo que me despertó. Te estaba llamando. iOoh, hijo. como acostumbraba hacerlo antes, y lo encontré de pie, en traje de dormir, como si acabara de levantarse, o mirando hacia arriba, hacia la escalera, como si esperara que tú le respondieras, aRupert no está allí, Johns; le dije. Creo que no me comprendió bien, pues cuando me lo llevaba a la cama de nuevo, me de.
claro. Sólo quería hablarle de ese cuadro. Rupert sintió de súbito que se le apretaba la garganta, y alzó la mirada.
Tenía los ojos arrasados en lágrimas que descendían quewantes por sus mejillas. Su madre se babía levantado y, haciéndole señal de que la siguiera, se dirigió a su propia estaucia. Allí, en la pared, frente al lecho de sus padres, estaba colgado el cuadro que él había pintado en París, el único cuadro suyo que había tenido éxito.
Su madre hablaba lentamente y con dificultad: Vió una reproducción en una revista industrial y no descanso hasta adquirir el original. Primero lo colgó sobre su escritorio en la fábrica; pero cuando enfermó, ordenó que se lo trajeran aquí. Nunca habló de él; pero veces permanecía en el lecho contemplándolo, durante horas enteras.
Cuando lo llevé de nuevo a la cama, pareció recobrarse. Ráchelo, dijo, rese es un gran cuadro. Sí, se necesi.
ON Joaquín: en esta misma carta le época de Collete Willy. Por lo demás, envío unos versos de una poetisa Dulce María Loinaz quiere desconocer cubana que bien pueden ir en su re la fatigante música externa de los vervista. Se trata de uno de los talentos sos que infestan nuestra literatura: jóvenes más finos de Cuba: Dulce Maria pienso a veces que mi amiguita debería Loinaz no cuenta sino diez y seis años haber pacido en Francia, en donde la y ya tiene un concepto puro y bellí. lengua se presta a todos los caprichos simo del arte. Estos versos le darán a artísticos de los poetas, cuando ellos Ud. la impresión más serena de un andan buscando el secreto de las palaespíritu travieso y raro que, como se bras del maestro: De la musique avant entretuviera jugando con las sombras toute chose. Qué nos reserva el porve.
del sentimiento sobre un biombo chi nir de la dulce poetisa? Por ahora le pesco, les fuera encontrando formas ca. envío este Momento, que ella me mandó prichosas, delicadas. Hay cierta sínte. de su país, esperando que pronto nos sis espiritual en sus versos, monótona dé más frutos de su cosecha espiritual.
porque es linda y porque tiene el en Cordialmente suyo, canto de la música oriental en donde una flauta entretiene todo el motivo NAPOLEÓN PACHECO de la estancia, mientras la inteligencia, París. Primavera, 1921.
como en un sueño de embriaguez de haschich o de opio, se va hundiendo en la pereza de un relato tan antiguo MOMENTO y lejano que se pierde quien sabe en que paisaje desconocido. Es moder Humedad, mucho frío. Flota un vabo nista, con algo de crueldad, por dicha extraño en el ambiente: se dijera no tan cruda, de madame la comtesse que es una angustia enorme, imprecisa. La niebla de Noailles o con la ingentia transpa. se cierne sobre las calles empolvadas rencia de algunas páginas de la última donde algunos burgueses hormiguean.
En el cielo unas gaviotas se persiguen entre el humo de las chimeneas.
Cruza la serpentina de un relámpago. Necesita Ud. algún libro? Humedad, mucho frío. poco a poco empiezan Pídamelo; si no lo tengo, se lo a caer sobre el piso reluciente, consigo.
relucientes gotas gruesas.
Después la lluvia desata Me hago cargo de toda clase de sus largos hilos de perlas.
Escapan los burgueses en una fuga grotesca.
eu tanto al beso de la lluvia a lo lejos comienzan ALBERTO CALDERON a entreabrirse los paraguas.
como enormes flores negras.
SAN JOSE APARTADO 533 DULCE MARIA LOINAZ Agencias y Comisiones ¿LE GUSTA EL ORNATO DE SU CASA?
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