Repertorio Americano 161 DANTE POR GABRIEL ANNUNZIO. Traducción de GUILLERMO VALENCIA)
con tu palabra eterna en tu boca clamante, con tu poder eterno entre tu puño vivo estáu tus estaciones en ouestra tierra, sin cambio; y tu virtud penetra las raíces de nuestra vida cual la sal los mares, cual la fecundidad está en nuestra tierra; ninguna pasión tuya en los siglos perece, was tu furor, tu orgullo y tu fe, y tu piedad, tu éxtasis toda tu grandeza perduran en los tiempos, como vive tu tierra.
Tú contemplaste con tus proféticos, omnividentes ojos ardientes la Italia bella alzándose de los abismos de tu dolor, prendida con tus llamas; con sus montes, sus valles, con sus ríos y lagos.
y golfos, con su ciudad rugiente de cólera, Italia bella; la sofrenaste y la rebiciste sacra y a tu plegaria fulgores dió su cuerpo esclavizado.
Sepas que siempre mirarán los hombres sobre la bella resplandor del cielo y tu verbo. doblado, Solo tu verbo alúmbranos, oh Revelador, sólo tu canto aliéntanos, oh Libertador, sólo tu melodía da la paz tantos años llorada, ob consolador, cuando la cruda pena, el vehemente desdén y el duro escarnio se hacen iguales a las más dulces cosas de la vernal floresta, la mano que torturó la carpeipmunda, que palpó el bloque bèlaclo, la pez, el fuego, el plomo y espinas y serpientes, sangre y lodo, pulsa cuerdas ignotas, y el silencio rompió con divinal acento que sólo el alcanzó. Hollaremos nosotros tus caminos? Oh Iinperial conductor, ob señor de las cimas, ob ipsoinne fabricador de alas!
por la noche profunda y por el alba que aun no destella, nosotros te invocamos!
por el rencor del fuerte que padeció sonrojo, por el temblor de fuerzas virginales que oprime la mentira, nosotros te rogamos!
por la victoria y por la gloria, y por la dicha y por tus santas esperanzas, oh tu, que yes y oyes, y sabes, centinela de los sinos, oh Dante, nosotros te aguardamos!
Frente a la casa Degli Alighieri Océano sin playas. de cerco infinito y oscuro, relampagueante y sordo bajo terribles truenos, innioto pero vivo como el silencio de los labios que hablaron; lobreguez de los siglos, honduras del anhelo humano, asíduo turno de lo que es, retorno perpetuo de la suerte: Océano sin playas que ruge entre dos polos: el Bien y el Mal, de baba cubierto, bajo el impetu de la eternal tormenta, de sus abismos grávidos por los despojos de los pueblos muertos, era el Destivo: y tú, como un peñón, cual isla inoutuosa, como una soledad de fuerza y pensamiento, cual taciturna mole de dolor que medita, que ve y escucla, surgiste del abismo, y al ulular de estragos, en el silbar de trombas, entre el desquiciamiento de cataratas, escuchó tu oído el grau silencio y la palabra única que debía ser dicha; y bajo tu frente azotada de espumas y vientos, tu ojo insomde veía que se inflamaba el mundo para tu gran venganza.
Entre rayos y sombras, aliora, el espíritu humano yérguese a tu presencia, desnudo, sin su carne, siu sus huesos, desvelado delante la ciencia de tus dolores; y de la cuenca de tus manos, hábiles en espadas y flores, dociles como aves que lanza la nevasca bacia lunianos aleros, bajaron los mensajes de la dulce esperanza, los poderes recóuditos de la verdad divina; y al entregarte rayos y truenos el Dios tuyo, le alzasté el cántico que no termina.
Ou tú, putrido a solas en la cima del sacro monte, que te abreraste al alba, de la secreta fuente de lo inmortal, máximo Héroe y primero de nuestra sangre renovadora; oceánica mente de diez siglos atroces, henchidos de oro y sombra, de estragos, de fe, de pavura, rinden silenciosamente; alma vetusta y nueva. sus ondas indocta y sabia, que recuerda y predice, que encierra el pensar de los Sabios, donde palpitan Fuego, Aire, Agua y Tierra; Oh! Revelador, ol Purificador, oli Intercesor, por la vida y la muerte, tú que diste vigor a la estirpe, albo pan que crea nuestro sudor, nosotros te invocamos; oh, ta, que con tu cavto descubres a los hombres los caminos invisibles, y aclaras el oculto girar de sus destinos, nosotros te rogamios; tú que resucitaste nuestra nación a la virtud pasada y templaste su pristino hierro para el bien de la espada, y el placer de las loces ante la vies dorada, nosotros te esperamos; porque estuviste siempre suspevso del prodigio tal como el Hijo de tu Dios; para los corazones que al batir de tu canto supieron esperar futuros vuelos de las fortunas, oh! profeta en exilio, y porque. siempre sobre tumbas puevas y sobre nuevas cunas, alli donde una obra se cierra, allí do se abre un germen, suena tu nombre santo, que tu nombre a los fuertes sea como el tanido del cíabalo y el eco de tu nombre cowo la raclia que agita el fleco de un gran pendón sobre la mar sacuda a Italia inerme y nuda. Dónde están los pontifices y el Imperio? Esplendores fueron bajo el sigao del oro, dejaron con sus plantas oblicuas su huella sangrienta, vestidos del alávico dolo, y sus túnicas. grayes de primores, einbalsamaban. Rotos, coma sarwientos áridos, perdidos cual las aristas en el ciclón, lanzados como vanas cenizas a los (vientos. pálido, el postrero, alza su mano a la celeste puerta y espera un signo y llama y sólo advierte que lo mira la muerte.
Mas tiene el seno patrio, como los manantiales, poder inaravilloso; e irguiéndote a presencia de la nación, tú imperas Por LUIS URBINA Hoy pasé por tu casa, maestro.
Un callejóu obscuro y legendario le da abrigo siniestro en la trivialidad del vecindario.
Es alta y noble, y tiene la profunda tristeza medieval, y la circunda la vida sórdida y grosera: un sucio calbergo, una taberna inmunda y el tráfago del hampa callejera. la mansión austera, a cuanto vive en torno suyo extraña, frente a la carcomida «Torre de la Castaña)
bace seiscientos años que te espera. Tal vez, entre sus muros, guarde entera. tal como una reliquia en el encierro de algún musgoso patio, la escalera por la que tú lloraste en el destierro.
Aquí se abrio tu alma a la terpura. aquí tu grave juvevtud florida soño en la blonda y candida criatura que más tarde, hecha símbolo, viste en la Selva Obscura, toda de blanco sideral vestida.
Aquí, doliente y roja, tu figura pasa, como un asombro, por mi vida, Florencia, febrero de 1921 (Revista de Revistas. México. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica