de ivrio Americano BIEC Los OS CUENTOS EL REPERTORIO y Rupert principio a trazar nervioso. en cambio, que deis un bravo y un bravo y un aplauso a las bellas costa. escojas, no llegarás a ser nada sin un aplauso a esos hermosos lirios del Valle rricenses que honran esta velada, y período de aprendizaje. Si crees que josefino (señalando a los palcos de las que dan vida y dulce inspiración a debes ser un artista e ir a estudiar a señoras) que perfuman la pura atmós. nuestro pensamiento. Bravos y rui. París, no me opongo; por el contrario, fera que nos envuelve, que es la at. dosos y repetidos aplausos. te pagaré el pasaje y te daré algún mósfera del ferviente patriotismo! Un (Revista de la Universidad, Tegucigalpa. dinero para que comiences. Pero si, como siempre lo he deseado, vienes a la fábrica a trabajar conmigo, no debes imaginarte que vas a burtarle el cuerpo al trabajo fuerte. Te concederé seis meses de aprendizaje en el departamento de máquinas y otros seis en la fundición. Eso es más de lo que yo estuve en cada uno, pero creo que será suficiente para probar si sirves o.
no para algo. Ahora tú decidirás.
Rupert estaba decidido. La fundi.
HECHOS DE UN MISMO METAL ción y las máquinas no se habían hecho para él. Durante su adolescen.
cia, el resentimiento hacia su padre POR CALEB WRATH había llegado a abarcar cuanto parecía más característico del hombre: su ta.
LA, opaca luz de una mañana fria y pensamiento voló a la pequeña y tosca ller de fundición, su parda y rústica húmeda bañaba ya los tejados de ciudad nativa de Pensilvania, llena ciudad industrial y su basto bateriala vieja ciudad y comenzaba a filtrarse de fábricas. Vió a su padre y a. su lismo. Arrebatado por un espíritu de por los cristales polvorientos de las planta de fundición. Era imposible rebelión contra todo esto, el muchacho tabalières, ventanillas que se abren pensar en ellos separadamente: la vida se había refugiado en el arte, y dos.
hacia afuera, como las cubiertas de las de su padre habíase confuodido con años atrás vino a París lleno de espe.
tabaqueras, sobre los techos inclina. la de sus talleres. el viejo estaba ranzas. Había trabajado con ardor, dos, cuando tocaron a la puerta del enfermo. Era extraño. Cuadrado de espoleado no solamente por el amor grenier de Rupert Crocker.
hombros de quijadas, y ancho de a la pintura, sino también por el deseo la media luz que reipaba en la pecho, era todo huesos y músculos, y de vindicarse a sus propios ojos. bohardilla todo era confusión quieta siempre le había parecido tan robusto era principalmente el desdén de su y silenciosa. Un caballete de pintor se como un toro. De súbdito dilatáronse padre el que lo estimulaba. Había inclinaba y torcía en un rincón;. y las varices del mozo, su delicada faz conseguido un triunfo secundario con sobre la mesa, las dos sillas y el piso se endureció y el antiguo resenti el interior de una fundición, cuadro sin alfombra estaban tirados indife wiepto hacia su padre se reanimó en nacido de sus recuerdos de la infancia. rentemente lienzos, libros, prendas de su pecho.
La tela atrajo algo la atención en el vestir, y, aquí y allá, una paleta o un Era algo que nunca acertó a com. Salón y después se la vendió a un tra.
vaso erizado de pinceles, prender por completo. Jamás había ficante en cuadros.
Tum. tum. tum. los golpes sentido lo mismo hacia su madre: los El telegrama se le cayó de la mano, dados en la puerta eran cada vez más dos se habían comprendido. sin emrecios. Al fin los cobertores de la cama bargo, cuando niño había apsiado dibujos sobre el polvo de la pared in se levantaron lentamente, y por debajo especialmente el afecto de su padre. clinada que le quedaba enfrente. No de una de las puntas apareció despa. Era como si el duro y rudo fabricante, deseaba regresar a los Estados Unidos.
biláudose un rostro joven y delicado. insensible a la delicada naturaleza Apenas empezaba a adelantar, y eu El joven se levantó tiritando, y en del muchacho, hubiera desdeñado su su patria no encontraría más que desa su traje de dormir se encaminó a la ablandura y le hubiera negado áspe liento. Imaginaba el frío desdén del puerta, andando de puntillas sobre el peramente el cariño que su hijo soli padre cuando supiera que su hijo pavimento frío.
citaba. Rupert recordó con amargura había estado a punto de morirse de Era la concierge.
que un día, cuaudo apenas tenía cinco hambre, y que los años de trabajo sólo. Une dépèche, monsieur. dijo en. años, su padre lo llevó a la fundición le habían valido un éxito insiguifi.
tregándole un billete azul. Elle vient en momentos en que estaban fun. cante. Preguntaría. en cuanto había arriver.
diendo. El metal líquido saltaba de la vendido Rupert el cuadro. N1erci, madame.
gran paila a los moldes de arena; y. Seiscientos francos. iMagui.
Cerró la puerta y corrió de nuevo a como el niño retrocediera llorando, su fico! Ese era casi el precio de una torefugiarse en la cama.
padre le grito enojado. Quieto! iSi nelada de hierro colado. por dos. Quién diablos puede enviarme tuvieras más hierro de ése en las años de trabajo. Ah, muchacho. ti uo telegrama? pensó, pues todos sus venas, podríamos hacer de ti un hom. no te va muy bien!
conocidos vivían, en el quartier limi. bre. Estremeciéndose, Rupert saltó de la tado por el río y el Boulevard Montpar. Rupert volvía a ver a su padre tal cama y se quedó de pie contemplando nasse, la Rue des Saints. Péres y el como se le apareció durante la última la chimenea que bostezaba ante él, Halle aux Vins, es decir, a quince escena entre ambos. Recordaba los negra y vacía. Miró en torno suyo minutos de distancia.
penetrantes ojos grises, el fuerte cue. buscando leña. No había. Sus ojos llo desnudo, las ásperas mejillas tan tropezaron con una de sus antiguas RÚPERT Crocker, 19 RUE VALE rubicundas que las venas resaltaban telas. Bueno. por qué no? No podía rre, París. TU PADRE GRAVEMENTE en ellas y en los lados de su gran pariz, negarse a volver a casa, y si iba, uo ENFERMO. Ven. TU MADRE.
y las fuertes y groseras ma de llevaría los cuadros consigo. No valían John Crócker que accionaban con én. la pena: obras de principiante cuando iUn telegrama. De casa. fasis al tiempo que decía: más. Arrancó brutalmente el lienzo Por primera vez en varios meses su Cualquiera que sea el oficio que del marco de madera y lo echó al Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica