228 Repertorio Americano «Y ella me miraba con sus dos lieucecillos de cielo traspasados de luz.
SONETO Eu un lugar del alma, entre muros de olvido y en arenas estériles, se entierran los amores que nos nacieron muertos; y en suelo bendecido, donde sueño tras sueño la vida siembra flores, los que ya se ocupabau de fabricar su nido cuando los alevosos minutos cazadores les hirieron el ala, y los que sólo han sido samaritano ungüento para nuestros dolores.
Yo sé que a esos sepulcros se les debe el tributo que exigen del espíritu sus urnas de misterio, pero por esos muertos nunca visto de luto y al entrar en mí misma ese lugar esquivo: ique en una de las tumbas de ese mi cementerio hay un amor que tuve que lo enterraron vivo!
CARMEN BRANNON «Amada, soy tu ángel de la guarda. Soy lo mejor de ti misma; yo soy tu celeste prisma «que quiebra la divina luz de los cielos y los mundos para iluminar tu mente con profundos pensamientos «y hacer de música el amor que va a atormentarte el alma. No quise escucharla más. Lleué de silencio su boca.
Pero ella implacable, a su vez, me mordía, me mordía con aspídica crueldad. Era una barpía y uu arcángel.
El odio, souriendo, como un ángel perverso en la sombra, quemó las tenazas al rojo, luego al blanco, en mis manos, y me dijo: Aun tiene en sus ojos el fuego que turba en las noches tu sueño, caun muerden sus dientes tu ensueño Ide amor, y, le amarga, y le mengua cla pérfida biel de su leogua. Sentí en mi alma el lejano rumor de las rotas cadenas. de una fiera en furor. Los bellos liencecillos de cielo traspasados de luz me miraban, regados de penas húmedas como el amor.
Me sobresalté enloquecida y hundi wis tenazas candentes en la luz de sus ojos. Ciega. Ciega para siempre! Dras inordía mi memoria con un apacible rostro de eternidad serena sonriendo a toda cosa transitoria. Era una harpía con la belleza celestial de un ángel. me roía, copio un rayo de sol en la nieve, allí donde te siento más amado. Tu imagen se fundía como el incienso al fuego. Tuve horror. el odio, armado, junto a mi oído, me señalaba el filo inmaterial de sus dientes blancos.
Ponzoña de serpientes circulo dentro de mis venas.
La rabia se eproscó eu mis ojos; en mi alma la impaciencia clavaba sus punzantes espuelas del inetal de la ira y me exaltó al delito: le arrebaté diente tras dieute cou wis tenazas al blanco. Ya jamás nie mordería!
La sangre angelizaba su boca de púrpura antigua.
Estaba ciega y sin dientes para siempre mi conciencia.
Pero hablaba con dulzura piás persuasiva su lengua, y le arrebaté la lengua con lentitud, con iufiuito afán de callarla a lo largo de toda mi existeucia.
CONCIENCIA ACALLADA Cayó a mis pies y desató su olorosa cabellera, selva eu fuego bajo una enredadera con reflejos de hojas de castaño.
Tras los espejos de sus ojos, en la oscuridad de sus cavernas, miré rojos lampos de naufragios en los mares y de incendios en los campos, mútilos fantasmas, como los recuerdos que se evaden de la inesoria, y cóleras como piaras de cerdos silvestres en lucha con mastines.
Sus palabras claras, y vivas, y raras, triscantes como cabras, cayeron en hatos, y sueltas, rebeldes, locas y sensitivas.
Desabrochó su blusa, y se abalaozó a sus blancos senos un cachorro de sol que lamió su piel con lengua de oro hasta ponerla de color de rosa.
Era una musa del Averno o del Hades, divinamente hermosa y fuerte.
Todo concluido había, ya estaba muda mi conciencia, ya podía gritar en el fondo de mi alma que te amo, que eres tú en mi vida el ramo de azabar y la hoja de palma, que eres la luna eu bis noches, y eres el sol de mis días.
Mas siento en la bruma de quietas lejanías del alma el peso divino de ese cadáver que me perfumar. Vengo dijo del otro lado del lago de la muerte, la traigo aquí en mis manos después que la escondi en mis ojos.
Hoy eu mi todo es estrago; pero la maté por fin, la maté con lentitud, deleitándome en la angustia de su faz de serafin. El odio, sonriendo, nie puso tenazas ardientes en las manos. Sonriendo decía: BRENES MESÉN Robo de tus ojos el sueño, piordió tus recuerdos, mordia itus ansias y se hizo tu dueño. Es tu bora feliz de vengauza. mañana, mujer, será tarde ay. no habrá ya más esperanza. ECTOR amigo. usted de veras le gusta el REPERTORIO?
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