150 Repertorio Americano.
rramos.
sus deje que muera antes de concluir esta para su cuerpo voraz. y enjuto. Dialoa de sus casas con montones de juguetelaraña, que ella es presente que ofre. garemos como pasajeros fugaces sobre tes y perecen de desesperación en las ceré a la Muerte. No sabe mi promesa? el andén de un tren. Estará tejida calles.
Ah. la muerte morará entre los hilos para Navidad y será el regalo que la Yo, en tanto, arrodillada ante usted blandos de esta urdimbre que he ve Muerte halle en mi aposento. El 24 acariciaba sus patas largas y peludas, nido tejiendo en el reposo de mi de diciembre mi buena madre la ex y en nombre de Dios le pedía: que lecho. Quiero tenerla dentro de mi tenderá a lo largo y entonando una remediase su crueldad. cuarto, lejos del desamparo del jardín oración saldrá dejándome en silencio. por fin. en qué terminó el sueño?
y de la calle, para hacerla piadosa y Entonces tú, Muerte huraña, penetra. Siga, siga, que está lleno de belleza)
así achatarle el buril que ha tiempos rás por la ventaua a posarte en el cen exclama María Eulalia, riéndose albo.
hunde en este cuerpo desarmonizado. tro ahuecado en forma de hornacina. rozada.
Mire cómo he laborado el centro, pen Allí te arrellenarás como imagen sau «Ay, hija mía, si esa misma risa fué saba en la cabeza de un ogro henchida tificada por fieles fervorosos, a esperar la que anoche salió desus labios cuando de pensamientos ruines. He sentido que mi alma vuele prisionera a los yo oraba ante usted en demanda de pieque la hebra la tejía una araña de patas bilos tensos. Mi cuerpo angustiado dad. Aguarde, no cuento más, voy a de diamante y no mis dedos secos y reposará sobre las sábanas albas y tú traerle el alimento, es ya hora, dijo tardos, te aprestarás para emprender el viaje saliendo del cuarto.
Aquella mañana empecé a amar. a triunfante. Era realidad el sueño? La madre de Eulalia y la tortura de su cuerpo me Eulalia lloraba al recordarlo. Nosotros hacía ir a melancolizar junto a su lecho nos llenamos de piedad cuando lo nade enferma. En dónde os refugiáis, fuerzas sagradas del espíritu, cuando Diciembre había llegado con Diciembre empezaba a esfumarse en se tornan en arcilla los mármoles del vientos y sus soles que tanto alborozo las brumas nuevas de enero. La Noche huesoso taller de nuestro cuerpo? Los ponen en las almas de los niños, y Buena se acercaba y en breve la en.
finos buriles de diamante con que mo.
tanta melancolía hacen nacer en los ferma ilusionada concluiría la telaraña.
delais hornacinas de entradas majes que ya se sienten distanciados de esa Sin embargo, su madre sentía el pre.
tuosas, se recogen en estuches custo. edad. Viento y sol que se cuelan en sentimiento de la muerte. Eulalia, su diantes al rozar la tierra sin temple. nuestro interior y levantan las escamas pobre hija obsesionada, moriría sin todo sufre letargo en esta transfor ocultadoras de tiempos de niñez. Viene dar un grito, tranquilamente. Tejía mación arcillosa. La fuerza creadora el recuerdo con su azogado cortejo maravillosamente, pero a través de sus del cincel es reemplazada por el fuego de duendes portadores de diminutos dedos se veía el influjo de un aracnido caldeador, y un perenne amontona estandartes en donde hay grabada una infernal.
miento de escorias lastra nuestra vida inquietud, una, tristeza, un suspiro así fué. María Eulalia no llegó al desventurada. Por qué, fuerzas del hondo salido cuando perseguíamos la 25 de diciembre. Nadie vió morir aquél espíritu, os recogéis contrariadas? mariposa de alas azules.
cuerpo sutil que soñaba con tejer la María Eulalia sufria rara transfor Mes cruel que nos llena el corazón telaraña blanca de la Muerte.
mación a medida que adquiría maes de egoísmo y nos hace pensar en la ¿Sería que tú, Muerte agresiva, cla.
tría en el arte de tejer. Su madre decía vida que se ha ido, en la vida que se vaste tus uñas cuando ya casi te sen.
con piadoso dolor que la encontraba va, en la vida que se irá. quedando tías prisionera en aquella tela prodi. parecida a una araña.
el cuerpo exhausto.
giosa? Había magia en los dedos de la. No ve como mueve sus dedos largos La enferma Eulalia seguía en su mis. enferma, cuando tejía la urdimbre que y flexibles? Ay! me da horror verla, mo lecho, tejiendo con afán la telaraña. puso en tí espanto. Sentiste la atractejiendo esa tela odiosa. Su madre, acongojada por el dolor, ción sagrada que iba a convertirte en ¿No sabe decía Eulalia que voy encanecía, sufría padecimientos crue. moradora de un recinto suspendido en para araña que vuelo? Póngase a pen les.
el espacio de su cuarto apacible. Tú, sar en los años que llevo sumida en «Hija mía. qué empeño tiene en que moras siempre en lo tumultuoso, enfermedad cruel, mire mi cuerpo en. concluir esa tela, que la debilita, que allí en donde puedes escoger almas, flaquecido, mi falta de sangre, y así ha le acrecienta más la enfermedad, que te sentiste horrorizada de creerte prillará natural lo que ahora la espantav.
me hiere el corazón? Hasta en las no sionera junto a la enferina buena y Hablaba sonriendo, como si sintiera ches sufro el martirio; el sueño que pura. Ab. allí dentro de aquel centro complacencia en llevar dentro de sí un, anoche tuve me ha agujereadoel alma. tejido como cabeza de ogro voraz, arácnido inmenso que fuera el artífice La ví a usted transformada en blanca habrías acurrucado tu cuerpo artero, de su tela.
y enorme araña, recorriendo en Noche incapacitándole para el ambular azoaAy, hija mía, usted no sabe cómo Buena las casas de la ciudad, esculcan. rado por entre vidas humanas. María sufro. Por qué no cesa en su labor de do las cunas de los niños y clavando en Eulalia, la enferma tejedora, quería tejedora de una tela inútil. como ellos su ponzoña fatal. No se quejaban, dialogar contigo, Muerte misteriosa, nada conseguía, salía dejando sola a porque, como era media noche, el entrar por las puertas de ébano de tus Eulalia.
sueño y la ilusión del Niño Dios, los alcázares desconocidos, esculcar tus Ella entonces pensaba con dolor en mantenía acurrucados. Fué así de casa reconditeces malditas, poner la fressu pobre condición, enferma, sin san en casa y ya al amenecer su misión cura de su espíritu sobre todas tus gre en sus venas. La telaraña comen. horrenda había terminado. Ah, y qué cosas marchitas. Quería albergarte en zada en instantes de angustia, era re espanto otro día! Todos los niños de pliegues de encaje albo y tenue, a ti, flejo vivo de la melancolía de su la ciudad profundamente dormidos! que acechabas desde hacía tanto tiem.
espíritu torturado.
Los padres apiñaban los juguetes junto po, en las sombras húmedas del jardín, aCon la más fina seda decía tejo a sus cabecillas indiferentes, los hacían en los umbrales de su casa aislada, esta blanca telaraña para extenderla producir ruidal desordenado; los ame ¿Por qué no la dejaste concluir el regalo en el centro de mi cuarto. Hay una pazaban con regalarlos a otros niños que hacía para ofrecertelo en Navidad?
sutil vibración que por instantes llega despiertos, y todo era vano para volver Unía las últimas hebras, llenos sus a mí como el eco de la Muerte acam. a la vida a aquellos cuerpecillos anes dedos de habilidad de araña, cuando pada en los úmbrales del jardin. Quizá tesiados. Corre pronto la nueva por la pusiste fin a la labor, en la tarde an.
pueda ser la tela mansión propicia. ciudad y las madres enloquecidas salen terior a la Noche Buena. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica