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76 11118 Repertorio Americano POETAS DE LA DEMOCRACIA LA poesía norteamericana, de Whitman para acá, y, especialmente, de 1912 en adelante, debiera, como la industria, como la ética norteamericana, servir de ejemplo al mundo. en particular a Latinoamérica.
Walt Whitman tuvo el genio de ver que la Declara.
ción de Independencia era una fuente de poesía más profunda, más sana que el firmamento mismo. Su voz es la voz de la democracia. Su gran error (su individualismo) es el error que constituye la base misma del sistema cuya flauta fué.
Esto tiene de innovador aparte de su técnica: no fué ni patriota ni propagandista, aunque esto parezca traído por los cabellos. Fué observador (tanto emocional como intelectual) de los hechos humanos y del corazón de los hechos humanos. Si yo (por ejemplo. habiendo observado y estudiado los Estados Unidos, habiendo saturado mi espíritu en su vida, decido, como fruto de tal preparación, escribirle muchos poemas a la bandera, no se me podrá tachar de simple patriota. Seré un observador elevado al éxtasis por lo observado (que bien pudiera haber sido una flor o un rostro en vez de una nación. En este sentido, pues, Walt Whitman po fué patriota.
El gran ciudadano iniciaba, con otros organismos potentes de su época, la era moderna del pensar y del sentir, la era del sentido común. Su error (susodicho)
fué básico (como puede serlo, a su vez, la premisa personal mía de que fué error. Su expresión (llamé.
mosle lógica emocional) a partir de su base, fué absolutamente sana y sólida.
Whitman, sin embargo, había nacido tan prematuramente, iba tan a la vanguardia de su época (o, por lo menos, de los intérpretes de su época: Pater, Wilde, el esteticismo genial fofo. que entre su muerte y la floración de los granos sembrados por él, interviene un período de veinte años.
El tráfago moderno no quiere ser interpretado más que por la visión directa y práctica; no quiere cobrar valores neciamente ideales al pasar a través del tempera.
mento de un artista; quiere llegar a las muchedumbres de las que nace a través de un arte que lo glorifique o que lo condene, pero que no lo idealice. Esa es la base de la que yo no vacilo en calificar de Gran Escuela Moderna. Si concedemos que la civilización norteameri.
capa va a la cabeza del mundo (ya que el comunismo no prospera en Rusia. tenemos que conceder que esta escuela. interpretación fiel de la vida yanqui, de los pecados yanquis, de las virtudes yanquis, tiene derecho a ser escuchada con reverencia, sin elevación de cejas de pseudo estetas hechos artificiales por el arte en el arte en el concierto lírico (y, sobre todo, humano)
del mundo.
El verso, en manos de estos magníficos iconoclastas, ha dejado de ser mero instrumento de deleite más o menos académico, como las investigaciones homéricas o los debates shakesperianos. La teoría aquella del arte por el arte, sostenida por los siglos y sintetizada a fides del pasado por Walter Pater y Oscar Wilde, se ve infantil y nimia ante la forma gigante de nuestra centuria. Me parece ver al genial pecador (apóstata de su propio credo por su «Balada de Reading Gaolo) con sus medias de seda y su capa de terciopelo, escribiendo lindos poemas decorativos en medio de una multitud sudorosa, facinerosa, plena de vida, rebosante de energía, sobre cuyos hombros se bambolea buscando un equilibrio imposible nada menos que el universo.
Tan grotesca es esta imagen que me parece casi inútil insistir en que arte, como los zapatos, como la vacuna, como el arroz con habichuelas, no se produce por el arte sino por la humanidad. esto quiere decir sintetizar pasiones, estados de alma de todos los días y de todos los hombres, estados de alma fundamentales en la estructura del organismo humano, estados de alma llegados de las más profundas vertientes de la vida. Cosas elementales, fuertes, eteroas; expresión de estas cosas a través de una civilización maestra. Nada de refinamientos, nada de sugerencias enfermas. Vivimos bajo el sol y las estrellas, no bajo las lámparas de un salón aristocrático y discreto; nuestra música es de pájaro o de tormenta, pero jamás de cuchicheos baritonescos. La generación que llegue a sorprender el secreto de que se puede ser gran poeta en mala prosa tiene probabilidades de llegar a comprender su propio valor. Porque la humanidad habla mala prosa, y, sin embargo, la humanidad es gran poeta. ese es el gran día, el verdadero ader tago, que decían los pobres alemanes.
Las tres cumbres más altas del actual movimiento democrático del arte poético norteamericano son VACHEL LINDSAY, EDGAR LEE MASTERS CARL SANDBURG. Estas tres grandes figuras, en unión de unas cuantas docenas de jóvenes cantores, se han dado a conocer de 1912 acá.
En aquel año se fundó en Chicago el magazine «Poetry. editado por Harriet Monroe y dedicado exclusivamente a manifestaciones en verso (rimado o no. En aquel año también publicó Vachel Lindsay su primer libro. The Congo and Other Poems. siendo el poema titular una interpretación suculenta del negro norteamericano, llena de simpatía y de análisis generoso, y sin un solo rasgo de sentimentalismo barato. En 1914 publicó Masters (primero en él semanario «Reedy Mirror» y después en un volumen. a The Spoon River Anthology, libro que, la última vez que me fijé, iba por lá undécima edición.
En 1916 publicó Carl Sandburg, el más rudo de los tres, sus «Chicago Poems. y su nombre voló instantáneamente de un extremo a otro de la nación. Qué hacen estos hombres para llegar tan rápida, tau eficazmente al corazón de sus semejantes? Ante todo, precisamente eso: acordarse de que el resto de los hombres, las mujeres y los niños son sus semejantes, y no seres inferiores a quienes les está vedado todo lo grande y perdurable. Estos verdaderos poetas no tienen el des.
precio al «vulgo que nuestros poetastros latinoamericanos. El vulgo és la base rocallosa y las vigas y el hierro y la mayor parte del material con que está construído el edificio social. El poeta forma parte del vulgo, y vive con el vulgo, y canta con el vulgo porque el vulgo es lo más vital, lo más anti académico que existe, y, por de contado, la fuente más legítima de vibraciones. Interpretar al pueblo, para el pueblo, no como almas superiores, sino como hermanos en la lucha por la vida y en el afán sordo y forinidable por el perfeccionamiento de la vida: esa es la misión de estos poetas de la democracia.
La ponen en práctica de tres maneras absolutamente distintas. VACHEL LINDSAY glorifica sin idealizar cuanto aspecto de la vida democrática se le viene a la cabeza.
Es la esencia de los Estados Unidos. Si la república se convirtiese de pronto en un ciudadano de treinta y nuere años, ese ciudadano sería Vachel Lindsay. Glorifica la aCaja de Jabón. que sirye de tribuna a los defensores del pueblo. llamándola La caja de jabóo de Sócrates, La caja de jabón de Demostenes, etc. etc. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica