Repertorio Americano 19. vel del río, apareció envuelto en el mos a comprender algo de aquella poe todavía; en el fondo de mi corazón hervor de las espumas un pañuelo de sía escrita en lengua extraña; pos mi. pobre corola que abatió la penalino, blanco, diminuto, fino, epigwá. ramos el uno al otro e instintivamente guardo para el tuyo, ioh abeja de tico, labor de quién sabe que mano ouestros labios se juntaron; y así uni. amor. la más pura gota de miel.
delicada. Siguiendo el movimiento un dos, puestros corazones apuraron has.
divago del agua, el pañuelo era el ta el fin el contenido del vaso cincelado SIEMPRE adiós prolougado de una mano aleján en un verso escrito en quién sabe que dose sin fin. Por un momento la preo. lengua y al que otras manos consagra.
ELLA misma en una mañana de da se detuvo asida a la arista de una ron en un día feliz y ya lejano, un pe. primavera formó aquel nombre con roca. Corií hacia allá pensando que queño rabo que ellas mismas ciñeran semillas florales que depositó en la me esperaba, y cuando lo creí seguro, amorosas con una cinta de seda que tierra al pie de su ventaua.
cuando lo sentí mío, el pañuelo buyó debió de ser azul.
Más tarde su mano destruyó con de mí y se perdió lejos arrastrado por ceño el nombre, ya por entonces cu.
la corriente. No así en mi existencia: LA ORACION bierto de flores.
siempre que el amable rumor del río Han pasado los años y sin embargo, llega a mi oído, yo veo un diminuto Llegó frente al pequeño altar de la siempre que ella abre la ventana, así pañuelo blanco que me dice adiós y Virgen y colocó al pie un ramo de en primavera como en invierno, el que se aleja con la brevedad del agua. rosas frescas cortadas esa misma ma extinto nombre surge florido ante sus iPañuelo, fugitivo pañuelito blanco! ñana. Se arrodilló con esmero y dijo ojos evocadores.
con recogimiento una oración breve.
LA HERRADURA Alta, sencillo el traje, gallarda, herEL ÁRBOL mosa la cabeza, fino el perfil del rosSu pie se encontró de improviso so tro, morena, de grandes y ládguidos He vuelto a la risueña aldea cuya bre una vieja herradura perdida en el ojos oscuros, sus facciones eran una paz fué arrullo de nuestro idilio. Bajé sendero. Ella la recogió alegremente evocación de las aldeanas galileas por otra vez al río y jay. encontré en movida de infantil superstición y la tadoras de cántaros camino del pozo, ruinas aquel árbol amigo a la sombra colocó inás tarde junto a su ventana, al caer de una tarde de verano.
del cual mi labio te nombró tantas en la parte exterior del muro, bajo un. Por mío dijo y llevó su bella y per veces con cariño. Se van secaņdo ya tiesto florecido de verbenas: y desde viosa mano a la noble frente santiguán las ramas y del antiguo feliz conjunto, entonces, ella sueña y espera confiada. dose con lentitud. a Ahora por él. Y ha ido desapareciendo todo, augurio Un gusanillo asciende por el muro, de nuevo la cruz de sus finos dedos de desolación frío.
y al abrigo del marco de la herradura, bajó de la frente a la llama de los la Quién sabe quién acaso el viento, se eoclaustra en su cámara oval. Se. bios y de los labios al pecho, pido de acaso un pájaro realizó el milagro de manas más tarde, el insecto rompe su un corazón, vaso de poesía y amor. depositar una semilla al pie del tronco: celda y una mariposa de alas de esmedel gérmen, con ansias trepadoras, ralda llevada por el viento, se esfuma NUEVO VECINO surgió un bejlico, y eu. el remate de la en el confín. En la herradura apenas planta se columpia ya el ténue rosicler.
se advierten los rastros de la fugitiva, La monotonía de nuestro barrio se de la primera flor ornando en la altura de la vagabunda, de la efímera, lu ha alterado desde ayer en una forma el viejo tronco. Es un dulce recuerdo ciente esperanza que se perdió en el muy grata. Sucede que un oficial de de juventud acariciando la cab za de espacio. Esta mañana una nueva larva zapatería ha instalado su pequeño ta un anciano. Es un celaje de inelanha venido a asilarse en el interior de ller entre nosotros, y desde esta maña. colía en el atardecer de una existencia?
la herradura; todos los indicios son de na el martillo está canta que canta.
que el turno le corresponde ahora a Yo ví un hilo de agua que discurría EL DELANTAL una mariposa azul que mañana, a su silencioso por un cauce sia alteraciovez, irá a perderse en el horizonte sin nes. Un día de tantos una rama se de. Te busqué en el cementerio esta fin, guiada por el viento.
tuvo en la corriente, y la hebra de mañana, azul claror de mi alma, y allí Entre tanto, la linda muchacha sue agua se tornó cantarina en aquel pun estabas en el fresco rincorcito que ña y espera confiada, cantando en su to, con los dejos apagados del marti riega el cariño, velado tu semblante ventana a la esperanza y a la ilusión. llo que cae sobre la plancha de acero por un ensueño de verbenas, junto a cubierta por una piel de curtiembre. la crucecita blanca.
EL VERSO El nuevo vecino conoce algunos tro Te llamé y me sonreiste con amor zos musicales de viejas serenatas y los a través del fragante tejido de colores, Nos encontrábamos frente a un es silba al compás del martillo. Cuando del mismo modo que allá en otra matante de libros viejos cubiertos de pol. esto ocurre, se diria que sobre la man ñana en aquel despertar de la pri.
vo. Ella tomó uno de cubierta de cuero sa corriente, en el sitio preciso en que mavera en que en vano trataste de amarillento y lo abrió al acaso. Era la rama la corta, se desliza un rayo de ocultar la dulce emnoción de tu alma un tono de versos escrito en quién luna.
cubriendo tu semblante con aquel lindo sabe qué lengua que ninguno de los delantal de flores que desde entonces dos pudimos comprender. Ella corrió EL CARDO guardo muy cerca del corazón.
algunas páginas, y en la que había una estrofa ilustrada con un fragmeuto de En una humilde flor de cardo pun.
EL GRILLO ventana con tiestos de flores y una li zador una abeja libó esta mañana.
gera tela de araña en un ángulo,, apa. Extraña paradoja encierra esta sen COMPARTO la soledad y el silencio reció un ramito seco ceñido por un cilla relación.
de mi alcoba con un grillo amigo que ciotillo de seda de un color que pudo De la melancólica flor el insecto desde el último invierno vive recluido ser azul. Fijamos nuestros ojos con partió alegremente murmurando una en mi cuarto elevando a la noche su avidez en la página; pero inútilmente, canción en el espacio, con rumbo al tímido salmo.
la estrofa era un arcano; examinamos colmenar lejano.
Si leo y mi compañero canta, sui entonces el pequeño rano, y poco a Adversa y cruel, la vida hizo de mi acento me hace la impresión de un poco fuimos sintiendo que comenzába. existencia erizado, cardo. No te alejes índice que fuera guiando mi pensa. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica