Repertorio Americano 231 ipfalibleniente me condenaba a ir al jo de una vendedora en el mercadores, que tomaba de mis manos «Laincalabozo, castigo wáximo, reservado y al que sólo llamaban por su apodo vestigación de lo absoluto o «El Doca los grandes culpables y que nunca de Muleta. Al sonar de sus gruesas tor. Pascual) y edificaba luego a la ví sufrir por el delito de no contestar botas, claveteadas de una manera in. clase hablando una hora con yoz. in.
sílaba bien puesta en un examen, más verosímil, cuando llegaba, siempre tar. dignada, de la infinita tristeza de un que a mí. Cómo sería de crasa mi ig. de, a una clase matutina de la que con niño que a los diez años lee a Zola o.
norancia para merecer aquella terrible. frecuencia faltaba el profesor, nos pa a Balzac, pena, de la que mi timidez y mi res. recía que era. el alma de la estancia Luego, al principio de un nuevo año peto a los superiores me alejó por toda que se aproximaba.
escolar. después de unas vacaciones, otra culpa que la de ser un holgazán. Cuando, lavados y peinados por pasadas en una finca, en que probé boca arriba!
nuestras madres o nuestros hermanas, con exceso de la fruta del Bien y del Otras veces, toda aquella ligera es. con las botas luminosas a fuerza de ce. Mal, tentado por una rolliza sirviente, puma de sabiduría, a flor de ciencia, pillo, penetrábamos al colegio un día de un brusco despertar de mi conciencia, que proporciona una continua lectura, exámenes, con el traje negro y la fila. que me hizo volver la vista en torno y siquier sea la del gran vizconde, y que mante corbata roja nos creíamos vesti tratar de comprender la vida. un es la única que he podido tener en mi dos de un espfritu nuevo, lleno del mis. contemporáneo darme cuenta de mis vida, me daba una verbosidad deslum. terio y de las emociones de aquellas. deberes. Un deseo infinito de satisfacer bradora y obtenía los sobresalientes pruebas en público. Nos mirabamos el amor materno, de dar a la pobre peor ganados en examen alguno. En. con ojos de pasmo, desconociéndonos. viuda todos los goces que estuvieran tonces el Señor Rector, a cuya gran Casi nos rebelábamos a la autoridad en mi mano. dos años dolorosos, anbondad y perspicacia no se ocultaba Muleta: se había peinado.
gustiosos, de un estudio asiduo, en lo inseguro de mi superficial sabiduría, Luego, Ibamos a esperar a una es, que los maestros, llenos de extrañeza, me guiñaba un ojo, cuando me volvía pecie de bastidores que había al extre desconocían al estudiante desaplicado.
receloso hacia él, asegurándome la mo del largo salón de actos públicos, Al fin del segundo, una premiación en complicidad en tal engaño. iGozaba la hora que, con su proximidad, ponía que se me concedió el más alto honor tánto con el éxito de uno de sus hijos! nuestras almas en un puño. Un queri. que podía obtener un alumno del CoY al concluir, me invitaba a almorzar. do amigo que hoy tiene una gran po. legio de Infantes. Una madre que, soY alababa tan repetidas veces mi su. sición social y entonces era un vivaz llozando, tomaba de mi cuello o despuesta aplicación, que concluía en chiquillo, nos contaba el cuento de prendía de mi pecho, diez medallas de creer en ella como en la profesión de Aladino o del Gato con Botas. El soni plata, primeros premios de otras tantas la fé cristiana.
do de un timbre nos hacía de prontó asignaturas. por último, el lecho del Después venían los exámenes pú extremecer. luego, a exibir, ante dolor que aguarda a todos los que esblicos. La paternal solicitud del Pre nuestros padres, hermanos y demás tán desde niños del mal de lo absoluto.
fecto de Estudios de un colegio que familiares, la gran suma de nuestros Un médico que me declaraba incapaz contaba entre sus alumnos muchos conocimientos.
para el estudio; la sociedad que me niños pobres, jamás nos exijió para es. Después, premiaciones sonoras, lle declaraba incapaz para todo; y la vida tos actos ostensibles, otro uniforme pas de flores y de diapas para los que que me declaraba incapaz para vivir.
qué un traje negro y una corbata roja, vencían, en las que indefectablemente esta mi triste existencia de no ser ese noble uniforme del Colegio de In recitaba una composición llorosa de nada, de no hacer nada, de vivir en fantes, modesto y amadísimo, que es alguno de los poetas pacionales, con mi infinito egoísmo de contar las pulel mejor poema de la inagotable cari. gran sentimiento, según aseguraba el saciones de mi dolor. a la postre, dad de un maestro. Un traje negro profesor de retórica; y en las que mi como remate, tres palabras que lo desirve siempre.
madre veía con infinita tristeza que no finen todo, que lo hacen comprensible De los padres de mis compañeros obtenía más que dos medallas: la de todo: un poeta decadente más; un poe.
de clase, cincuenta de cada ciento eran buena conducta y la de composición, ta decadente hispano americano más.
pobres obreros, a quiénes por pensión clase anexa a la de Gramática, que de sus hijos se señalaba una cortísima nos daba un profesor rubio, semi liRAFAEL ARÉVALO MARTÍNEZ cuota, casi siempre no pagada. Otros, terato. Del opúsculo Una Vida. Guatemala, 1914. viudas sin ningún haber, hombres in así pasé siete años. Los cinco priválidos, habían solicitado con palabras meros, mal estudiante, leyendo a todas conmovedoras, el regalo del pan espi horas, envenenándome con toda clase ritual para sus hijos. a nadie se ce de libros, que conseguía por mil ingeEn la Oficina del REPERrró el Colegio. En la mente del Pre piosos medios. Leyendo cuando, du. TORIO, frente a las Alcaldías, fecto había nacido una frase. paguen rante el recreo todos jugaban a mi puede Ud. adquirir las pulos ricos por los pobres. Si acaso este alrededor. Leyendo oculto por la es. blicaciones de la conocida equilibrio ideal peligraba, ya se sabía palda de un compañero, a la hora de casa editora que el fiel de la balanza del presupues. calse; leyendo a la hora de comer; leto era movido por unas manos divinas. yendo en el lecho, hasta que un sueño PICTORIAL, REVIEW Se sentaban en los bancos de mi cla intranquilo, poblado de visiones, me se niños descalzos al lado de los niños veocía. Todos los hechos que descueDE NEW YORK: que cubrían sus pies con finas botas de llan en mi vida de estudiante están La revista Pictorial Review, cueros valiosos. 10 eran éstos relacionados con la lectura. Ya era el el Fashion Book, últimos, generalmente, hacia los que Señor Rector que me sorprendía sa el Arte de vestir, se inclinaba el favor de sus condiscí. liendo de la Biblioteca Nacional, con el Catálogo de bordados, pulos, en aquella alma demócrata que un libro bajo el brazo, en una hora de el Crochet Book.
animaba el colegio. Me acuerdo de que trabajo, delito de hacer novillos castinuestro cabeza de clase, el bajá que gado por un hermano de mi madre, También hallará Ud. un surregulaba nuestros actos y reunía en viejo severo que a veces se entrometía tido de moldes para confeccionar torno, con sus alegres cuentos o sus en nuestra vida, con una terrible azo vestidos en casa: enaguas, blu.
mordaces dicharachos, a la sección, taina en cueros vivos. Ya un profesor, sas, trajes de niños.
D, era un amable. muchachote, hi. algo más inteligente que sus congépe Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica