Democracy

Repertorio Americano 77.
y lo hacen en el lenguaje épico, en el formidable lenguaje épico que usamos todos los días de las nueve de la ma.
ñana a las doce de la noche. Sus ritmos son de una varie.
dad verdaderamente democrática; sus ripas (10 es versolibrista) de una sonoridad juvenil, juguetona, fácil; y su espíritu es el gran espíritu infantil de su república. Qué institución más genuidamente americana en espíritu (aparte del base ball y el boxeo, que también celebra) que el Ejército de Salvación. su fundador, General William Booth, dedica uno de sus más conocidos poemas. In memoriam. Se titula, con una candidez lírica admirable. El General William Booth entra al cielo. y es una descripción entusiasta del aspecto que presentaba el cielo el día en que llegó a él William Booth con su ejército de leprosos, desamparados, pecadores y arrepentidos. Pero el cielo no es simplemente celestial.
Es humano. El cielo de Vanchel Lindsay es la Quinta Avenida, con el General Pershing y unas cuantas divi.
siones acabadas de llegar de Europa, substituyendo, por la emoción marcial pero superficial de los guerreros, la emocióu profunda de los leprosos, los desamparados, los pecadores, los arrepentidos.
Cuando dije que uno de sus temas es el boxeo, el lector latinoamericano empezó a darle vueltas en su mente a la palabra «salvajada. yo le digo al lector que si dos hombres fuertes, de un peso y arecord» aproxii madamente idéntico, combatiendo con guantes idénticos, atendiéndose a un manojo de reglas (entre las cuales se cnenta la de no pegar más abajo del cinturón) que rigen lo mismo para el uno que para el otro, coostituyen una salvajada, entonces la democracia misma es salvaje, porque estos precisamente son sus principios, según ésta se entiende en la república más perfecta de que hoy.
goza la tierra. Los brazos líricos de Lindsay abarcan y aprietan temas democráticos comprendidos entre un lavandero chino y la visión de su alma hasta Henry, el maravilloso cuentista, y Bryan, ídolo. y héroe del 96, de quien hoy se ríe todo el mundo.
La piramidal campaña del 96, en la que Bryan derrotó a su contrintapte en número de votos y sólo logró separarle de la presidencia la barrera inmensa y asquerosa de un «tricko legal, constituye el tema de uno de los más inpirados cantos que ha producido nuestro siglo. Los ritmos son campechanos, alegres durante casi toda la composición como un grupo de hombres caminando a paso rápido, con las manos en los bolsillos y una sonrisa en el rostro; como los Estados Unidos mismos.
Como todo gran arte moderno, la composición no encaja en una sola definición de antaño. No es ni épica ni lírica.
Tiene algo y mucho de ambas formas. La narración es de una vivacidad sin paralelo; la protesta lírica, el guante lanzado al universo, de una pureza entrañable, Comienza con un corto preámbulo en que el poeta anuncia que en un país de cien millones de almas danza.
doras, linchadoras, perdonadoras, creadoras, no han de faltar temas sobre los cuales liacerse garabatos (uso el coloquialismo intencionadamente: el poema se titula y subtitula «Bryan, Bryan, Bryan, Bryan: una rima en el lenguaje americano. Prosigue el poeta diciendo que, por consiguiente, él ipflando, ipflando, para abalanzarse contra los Estados del Este, donde Mark Hanoa impera, impotente. Nos cita las maravillosas frases del joven conquistador: El pueblo tiene derecho a cometer sus propios errores. No se puede crucificar a la humanidad sobre una cruz de orop. Nos describe las preparaciones hechas en Springfield para recibir al héroe de la campaña. En esta ciudad se encontraba Lindsay, que por aquel entonces contaba diez y seis años, y en este punto el poema deja de ser épico, pues entran a la corriente del verso las emociones del muchacho, apotro de la democracia. según él mismo se apodaba, que, con su novia, auna ciudadana despejadas, seguía febrilmente las manifes.
taciones de calle en, calle. Cuando Altgeld presentó a Bryan (Hubo silencio en Springfield, en Illinois, en el inundo. La exageración no es baratá. Expresa inmejorablemente el estado de ánimo de un entusiasta de diez y seis años. Momentos después cambia de tono el poema. Abril, Dayo, Junio: teosion!
Julio, Agosto, Septiembre: alta tensión, y el Este hecho pedazos como una einpalizada después de una tormcnta!
Entonces Hanpa fué al rescate, a levantar el sitio; Mark Hapna, de Obío, con piiles de escritorios y sillas giratorias, y toros y osos (1)
trayendo a su estandarte miles de agentes falsos, amenazando muertes, prometiendo mapá, reclutando trusts, etc. etc. Y un poco más abajo este trozo de lírica exquisita. Noche de elecciones. Media uoche.
Derrota de Bryan, el mucliachio, derrota de la plata del Oeste, derrota del trigo.
Victoria de las sillas giratorias y de millas de plutócratas, con marcas de dollars visibles en su ropa, cadenas de diamantes en sus clialecos, charol en sus zapatos; victoria de paternalistas, de la Roca de Plymouth, y de toda su generación de terratenieptes.
Victoria de los acicalados; derrota de los valles de Colorado, de las flores azules de Texas de las rosas azules de las Rocallosas, por los callejones de Pittsburg.
derrota de la alfalla y del lirio mariposa, derrota del Pacífico y del largo Mississippi, derrota de los jóvenes por los viejos imbéciles, derrota de tormentas por ratas venenosas, derrota de mi infancia, derrota de mi sueño. La última estrofa (omito muchas; pero me propongo traducir un día de estos el poema entero, con un poco más de cuidado que lo traducido aquí) dice así. Dóude está aquel muchacho, aquel celestial Bryau, Aquel Homero Bryan, que canto desde el Oeste?
Se ha unido a las sombras, con Altgeld el Aguila, donde reposau los reyes, los esclavos y los trovadores. Alaba canta a Bryan, Bryan, Bryan, Bryan, único bardo aniericano que supo cantar fuera de su habitación. Entonces nos cuenta como de la puesta del sol vino el grito triunfante de Nebraska, como Bryan fué conquistando ciudad por ciudad el Oeste; nos pinta, a grandes e inimitables rasgos, el terror del Este, de la burocracia, de Mark Hanna, el terrible mano derecha de McKinley. Nos hace oir el rumor sordo y preñado de la ola de la opinión pública, según se va ioflando, EDGAR LEE MASTERS nos traslada al otro extremo de gama. Representa el análisis, el realismo. Es brutal. 1) Individuos cuyo babitat es Wall Street. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica