Omar Dengo

REPERTORIO AMERICANO PUBLICADO QUINCENALMENTE POR GARCÍA MONGĖ Cía. EDITORES 1200 VOL. II SAN JOSÉ DE COSTA RICA, VIERNES 15 DE OCTUBRE DE 1920 No s vino EL HOMBRE SIN PATRIA POR LA LIBERTAD DE FABIO FIALLO AMERICO LUGO ED DWARD Everett Hale! Pudiera llegar hasta los mármoles donde reposas, con la espada de los magos en alto, a evocarte, y sé que surgirías de la sombra. espectro y gloria. para responder gravemente a mi conjuro.
iAcaso los manes del Descubridor de América hicieran sentir su poder en la viril actitud de mi espada evocadora! tornarías a la vida un momento a oir de nii labio quizá el reproche de una alma en juventud, eu la cual tendría fuerza en tu presencia el eco de la voz, que arrastra siglos, con que el destino de un Continente, formulando los enigmas de su historia, busca la conciencia de sus rumbos y el espíritu de una raza. Pero pusiste redentora ternura en la obra de tu vida, amaste la juventud, diste esperanza al infortunio, inspiraste fe, y yo, que tengo blando el corazón, prefiero llegar humildemente a los mármoles que te guardan, conmovido con algo que hay en ellos de sagrado.
Escribiste para la juventud de tu país aquella historia de Philip Nolan, El hombre sin pairia. La historia es bella.
La escribiste amándola y para dar a tus ictrépidos jóvenes rubios un septido de culto a la patria. Quisiste infundirles uu sagrado terror a la deslealtad. Escribiéndola, fuiste gravde, porque algo que casi sólo es de Esquilo, aquella sensacióu del tránsito de las Furias por el alma, hubo un instante en que supiste reflejarla en las angustias del pobre Philip Nolan, quien pudo haber entrado de tu wano al infierno dantesco. Condenado a 10 oir pronunciar jamás el nowbre de su patria, condenado a no leerlo, a uo saber nunca vada de ella, a mirarla desde un barco cual si sólo fuera wa.
a visión que fingiera el océano, a pasar de éste a otro barco, cuando ya la patria se acercaba, y de éste, a otro todavía, y a vivir así, de barco en barco, como de tumbo en tumbo, siendo en todos la carga infamante que la tripulación se avergonzaba de llevar.
Condenado a vagar por los mares, cosa efímera como un rastro de algas, sin saber bi las rutas que a la patria llevaban, sin escuchar una resonancia de su vida tumultuosa, sin percibir un resplandor de su historia. y sin embargo consagrado a servirla y a defenderla; y de pronto lo conviertes en héroe y da sangre de su sangre de traidor, abnegadaweote, por una patria que no existe para él sino como una afrenta. Luego lo tornas redentor, poniendo en su gesta algo de profético, y liberta a un grupo de esclavos el hombre sin libertad. Haces de Philip Nolan un cautivo judío errante que va incubando en el mar, a fuerza de sentirlas allí, las tempestades de su corazón; inconsciente como el ancla de dónde para el buque, los ojos abiertos frente al borizonte buscando en las nostalgias de infancia la visión de una tierra gigantesca. cuando el miserable va a morir, lo dejas escuchar un rumor que. llega de la patria trayéndole dolor, y en su agonía, cuando un cirio o una flor, o una dulce voz, o una celeste visión, le hubieran abierto un sendero en la sombra infinita, entonces cubres su cuerpo con la bandera de su patria, destellante de estrellas, tal vez por no saber ¡Edward Everett Hale! que para muchos hombres que no han sido traidores como Philip Nolan, esa bandera está maldita.
La maldicen con tanto fervor como puso él en amarla, a la hora de su muerte. no yo, que la respeto. Pienso en Emerson y en Walt Whitman. Aquel me revela cultos supremos; éste despierta mi oído al fragor de los himnos futuros. Miro hacia tus inares y me deslumbran los resplandores de la antorcha con que La Libertad desafía.
al cielo. Sigo el imponente desfile de tus ejércitos y los veo detenerse aute una estatua donde el General Pershing, descubriéndose, exclama: Aquí estanios, Lafayette. a¿No es este pueblo a pesar de su rudeza la casa hospitalaria de los oprimidos. preguntó Martí.
Pero hay un hombre sin patria que no es Philip Nolan, que en ella vive y no en el mar, que la ama entrañable.
mente y no la tiene, que da su sangre por ella y no la salva, que habla elocuentemente en lengua de Quijotes a los esclavos y no los redime; un hombre que no fué desleal ni ingrato, que a su patria venera y por ella ora eu las auroras y en las poches vela, que para ella vive y le consagra su trabajo y le entrega sus hijos, que le dedica su espíritu, que la ve, la siente, la palpa y no la posee. De dónde es este hombre. preguntarás; y la historia te contestará: de Filipinas, de Santo Domingo.
Tal es la formidable acusación, justa o injusta, pero es un sentimiento y una idea, y encarna un símbolo, y tiene un rugido y una garra, y aspira a una lira y a una epopeya y un día puede ser uua guerra o un conjunto de guerras, y corporizar en héroes y aumentar el dolor del vientre de la tierra, fatigada ya de parir humanidades y sustentar civilizaciones para el dolor. Edward Everett Hale! vuelve a hablar a los intrépidos jóvenes rubios de tu país para hacerles saber que quien aliepta ultraje a la patria de otros hombres, a la suya propia es desleal, porque a la hunjanidad traiciona.
Escribe otra bella historia, también persuasiva y elocuente, pon en ella fuego del espíritu y arrebato del Sermón de la Montaña, que los enardezca en amor de humanidad, como si un soplo divino los alzara; inspíralos, sedúcelos, y hazles sentir, comunicándoles una definitiva misión en el niundo, que si Philip Nolan por siempre dejó de oir nombrar la patria, los que conspiran contra el hombre, que es su hermano, por siempre dejarán de oir nombrar a Dios!
OMAR DENGO Heredia, ESCUELA NORNAL, 12 de octubre de 1920. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica