30 Amauta O M La noche rompió las bisagras de tu puerta FLOR INSOLENTE DE LAS PENAS puntapiés cuando la mañana sale a jugar con burbujas de humo te curvé en mis manos Cada palabra tuya del tamaño de los quinuales Amor de pierna gruesa has estremecido mi terraplén llegaste u na jarra de horizontes on el guideshow Derrepente me entró la gana de hacerte sangre en el lomo Solías quedarte pastoreando celajes yo carretera a dentro EN EL HURACAN DE LOS AUTOMOVILES um DE Cuantas noches con la brasa de tu boca fugué en tu busca El olor de tu axila enrabiaba el suburbio No quiero caminar por estas calles Levanta en alto este quitasol de nervios EQUILIBRISTA DE MI ESPINAZO Fragmento de la iglesia de San Sebastián de La Paz Apunte a pluma de Ibáñez para Amauta.
Tierra trabajada alegría de hocico fresco montículo de las perspectivas cabalgatas de indios borrachos de relámpagos hacen crujir mis venas cuando te beso YO TE BAUTIZO LABRADORA vencedor de los bravos chankas, la de ese otro sabio reorganizador de la sociedad imperial que fué Pachakuti; y, retrocediendo. es un mero mantasma el desgraciado y pusilánime Yawar Wak aj. es un ente mitológico Maita ppaj, el niño hercúleo que en el juego rompió la pierna a un muchacho allkawisa?
Nó, todas estas personalidades de la grandeza inkaica respiran vida, humanidad: son históricas.
El ahinco y éxito extraordinario con que se estudia, en nuestros días, las artes del Inkanato hasta producir obras de verdadera trascendencia como la de los esposos Harcourt, ponen de manifiesto que el período imperial es un fecundo campo de investigaciones positivas.
La inquietud espiritual de nuestro tiempo, fruto de la disconformidad de una avanzada ideología con una organización de la vida que no le corresponde, fuerza a realizar los propios valores. En esta búsqueda retrospectiva, se impone a la atención del estudioso, del artista, del político, del sociólogo esta pretérita realidad, gigantesca y vital que es el Inkario. Para el habitante andino, la comunidad agraria fué el tipo de perfección. Para los grupos humanos del Tawantinsuyu, la organización imperial significó el pináculo de una cultura única, de asombrosa persistencia.
Sin relaciones próximas o mediatas con otras razas y civilizaciones, el Imperio de los Inkas desenvolvió su existencia con un vigor y espontaneidad que arrancaban de las capas más profundas de la Tierra y del Espíritu. Quienes lo examinen y lo comparen, hallarán un aire de familia bastante perceptible entre egipcios, chia recojer el sol a manos llenas ALEJANDRO PERALTA nos e inkas. quienes pretenden establecer nexos a base de unas cuantas coincidencias, hallarán también su material.
Pero, sobre todas las supercherías y fantásticas hipótesis, se impondrá la personalidad original de la cultura inkaica. Hace falta que al ruidoso autor de La Decadencia de Occidente la conozca para completar su cuadro de las culturas. Luis Valcárcel.