José Carlos MariáteguiLenin

AMAUTA LOS DOS MISTICISMOS POR IBERICO RODRIGUEZ por que es tambien promesa, posibilidad inagotable de creación y de juventud.
La vida es dolor y es inquietud pero es tambien ilu.
sión: sueño que si pudiera realizarse aboliría el dolor y la inquietud. como la vida es un drama que se complica siempre y no se desenlaza nunca, la ilusión no está destinada a realizarse. He aquí ahora la profunda contradicción del misticismo que consagra la movilidad como lo absoluto: debe denunciar la perfidia de la ilusión porque todo cumplimiento es inmovilidad y negación de la vida; debe amar la ilusión porque ella es necesaria para dar al esfuerzo dirección y finalidad.
En ocasión anterior hemos dicho que existen dos concepciones extremas de lo absoluto: la que lo identifica con el ser y la que lo identifica con el devenir. Concepciones que se reclaman de dos opuestos sentimientos de la vida y que a su vez suscitan dos direcciones encontradas en orden a las aspiraciones supremas del espiritu. La concepción que confunde lo absoluto con el ser, es decir con la pura inmovilidad, contraponiéndose a la inquieta inestabilidad de la existencia concreta, engendra un sentimiento de nostalgia, como si el hombre hubiese abandonado una patria de salud y de paz y quisiera retornar a ella a través de la confusa agitación en que vive. Es la aspiración de toda la decadencia helenística y en especial del neoplatonismo alejandrino que impregnando el mundo en el sentimiento de su propia fatiga, señala como la más alta posibilidad de la existencia, la fusión inefable y estática con el UNO PURO en quien la afirmación absoluta del ser acaba por abismarse en la muerta vaciedad de la nada. La concepción que identifica lo absoluto con el devenir, por el contrario, lejos de orientar el nostálgico deseo del retorno, el anhelo neoplatónico de quietud y de paz, acepta decididamente la vida y la glorifica con su dolor y su inquietud.
Cada una de estas concepciones deriva de una cierta experiencia. como el misticismo no es otra cosa que la experiencia inmediata de lo absoluto, podemos hablar de dos misticismos, uno que se absorbe en lo inmutable, otro que se aventura en lo cambiante.
La formula de Proclo: El ser es en sí, sale de sí, vuelve a siú, condensa en forma esquemática y perfecta la metafísica del absoluto estático y sugiere al propio tiempo su contenido afectivo y sus valoraciones morales. El mundo del movimiento, la vana agitación de la vida son degradaciones del ser, formas caidas e imperfectas, de las cuales deben redimirse los hombres mediante el ascetismo, la contemplación, el éxtasis. Así la vida que es cambio constante, contradicción y lucha, es desvalorizada y solo se salva en el acto final en que se niega.
La fórmula de Heráclito: La guerra es madre y reina de todas las cosas traduce de manera acabada el sentimiento metafísico de quienes identifican lo absoluto con el devenir. Es que todo movimiento implica oposición, contraste, y el devenir eterno, sin principio ni fin, un deseo jamás satisfecho que produce y súprime incesantemente las innumerables apariencias en que pretende apaciguarse y que en realidad lo excitan.
No es necesario decir que el misticismo en este tipo es trágico. Siente lo realidad como una lucha sin término.
Sabe que la vida es querer y el querer, dolor. Pero la ama Sabemos que es absurdo establecer distinciones acabadas en la realidad concreta del espíritu. El misticismo del reposo engendra el movimiento porque sólo alcanzan la paz quienes combaten; el misticismo de la movilidad configura su inquietud en símbolos relativamente estables. Pero de todos modos la emoción mística se polariza en dos extremos ideales. por ello, en medio a la universal confusión de las disputas ideológicas, podemos distinguir dos grandes categorías de espíritus: unos que interpretan la realidad lérminos de fijeza, otros en términos de oposición y de inestabilidad. Entre los primeros se cuentan Parménides, Platón, Plotino, Spinoza; entre los segundos Heráclito, Boehme, Nietzsche, Bergson, Unamuno el gran español cuya AGONIA nos revela de modo patético el terrible conflicto en que la vida y la muerte se confrontan para la mayor gloria de la vida.
ME ESTOY RIENDO Un guijarro, uno solo, el más bajo de todos, controla a todo el médano aciago y faraónico.
El aire adquiere tensión de recuerdo y de anh elo y bajo el sol se calla hasta exigir el cuello a las pirámides.
Sed. Hidratada melancolía de la trilu errabunda, gota a do a Lenin, en un poema de varias dimensiones, dice que los senos salomé y la peluca a la garconne son los primeros pasos hacia la socialización de la mujer. de esto no hay que sorprenderse. Existen poetas que creen que el jazz band es un heraldo de la revolución.
Por fortuna quedan en el mundo artistas como Bernard Shaw, capaces de comprender que el arte no ha sido nunca grande cuando no ha facilitado una iconografla para una religión viva, y nunca ha sido completamente despreciable sino cuando ha imitado la iconografia después que la religión se había vuelto una superstición. Este último camino parece ser el que varios artistas nuevos han tomado en la literatura francesa y en otras. El porvenir se reirá de la bienaventurada estupidez con que algunos críticos de su tiempo los llamaron nuevos y hasta revolucionarios.
JOSÉ CARLOS MARIATEGUI.
gota, del siglo al minuto.
Son tres Treses paralelos, barbados de barba inmemorial, en marcha 3 Es el tiempo este anuncio de gran zapatería, es el tiempo, que marcha descalzo de la muerte hacia la muerte.
PARIS CESAR VALLEJO