Violence

6 ARIETE واو EMONEDA ¡COMPAÑERO!
En aquella ciudad todo era ex partes penetraba en la nariz el agutraño, incomprensible. Un sinnú do olor de los manjares y en cual.
En medio del triste y vano afamero de iglesias levantaba al cielo quier sitio ce veían brillar, silensus cúpulas lucientes y polícromas, ciosos y ávidos, los tristes ojos de la confusa convulsión de la avidez narse de dolores y desventuras, en pero las paredes y las chimeneas los hambrientos. por el espacio, y de la necesidad, en el fango del de las fábricas eran más altas que lentamente, subía el lamento sofo bajo egoísmo, por los subterráneos los campanarios, y los templos ha: cado de una inmensa infelicidad, a llábanse envueltos por el tumulto la que faltaban fuerzas para mani miseria que había creado la riquede las casas, donde vivía aquella de los edificios industriales y se festarse en alta voz.
za de la ciudad, giraban invisibles perdían entre los rectos muros de Todos vivían fatigados y agita soñadores, solitarios llenos de fe en piedra, como flores fantásticas endos, todos se sentían culpables; la humanidad, aislados de todos; tre el polvo y la desolación de las muy pocos estaban seguros de te predicadores de rebelión, chispas ruinas.
ner razón, pero estos pocos, rudos sediciosas del lejano fuego de la cuando las campanas de las como bestias, eran los más crueles. verdad.
iglesias llamaban a la oración, sus Todos querían vivir y ninguno Llevaban consigo secretamente a broncíneas voces, arrastrándose so sabía cómo; nadie podía seguir li los subterráneos pequeñas semillas, bre el hierro de los techos, se per bremente las propias aspiraciones, fructíferas siempre, de una doctridían apagadas en los angostos lay a cada paso hacia el porvenir se berintos de las casas.
na simple y elevada, austeramente, veía obligado involuntariamente a Los edificios eran inmensos y al.
con una hrillante luz en los ojos, o volverse hacia el presente, el cual, dulcemente y con amer, sembçaban gunos bonitos; las gentes, defor.
con las manos fuertes y pesadas de aquella verdad evidente y deslummes y mezquinas. De la mañana a un ávido monstruo, detenía al hom.
bradora en los obscuros pechos de la noche, los hombres, como cobre en su camino y le envolvía en los hombres esclavos, transforma rrientes grises, marchaban agita.
suslúbricos abrazos.
dos, por la fuerza de los avaros y dos por las calles estrechas y tor El hombre, angustiado y perple. por la voluntad de los crueles, en tuosas de la ciudad y con ávidas miradas buscaban algunos el pan, jo, se detenía extenuado ante aque instrumentos ciegos y taciturnos lla faz monstruosa de la vida. Con de lucro.
otros las diversiones; otros, finalsus mil ojos tristes le miraba en el mente, parados en las bocacalles, estos hombres obscuros y escorazón implorando alguna cosa, espiaban ansiosos y hostiles que clavos, con desconfianza prestaban los débiles se doblasen resignados, entonces se debilitaban en su alma oído a la música de las nuevas pálas imágenes distintas del porvenir, labras, música que su corazón in.
a la voluntad de los fuertes.
y el lamento de impotencia del vocaba confusamente hacía ya muFuertes eran llamados los ricos.
hombre se perdia en el coro discor cho tiempo; levantaban poco a poTodos creían que sólo el dinero po dante de los gemidos, de los gritos co la cabeza, rompiendo las cade.
día dar poder y libertad al hombre.
Todos deseaban el poder, porque de todos aquellos in felices mártires nas de las hábiles mentiras con que de la vida.
todos sufrían la esclavitud; el lujo les había tenido oprimidos la viode los ricos hacía nacer la envidia Se notaba en todo momento el lencia de los ricos y de los poteny el udio de los pobres; ninguno fastidio, la agitación; ahora el mie tados.
conocía música más agradable que do, y en torno a aquellas gentes, su vida, llena de animosidad el tintineo del oro, y como conse inmóvil, como una prisión, refle sorda y reprimida; a sus corazones, cuencia, cada uno era enemigo del jando los vivos rayos del sol, esta.
envenenados nor infinitas ofensás; otro y la crueldad dominaba a toba aquella ciudad melancólica y te. a la conciencia de los fuertes, a dos.
nebrosa, aquellos grupos regulares, aquella vida dificil y triste, llena Por encima de la ciudad resplan. desagradables, de priedras que de amarguras, de humillaciones, decía alguna vez el sol; pero la vi oprimían los templos.
llegaba una palabra simple y sere.
da era siempre tétrica y los hom La música de aquella vida no era pa: iCompañero. bres semejantes a las sombras. De más que un lamento de dolor y de La palabra no era nueva para noche encendían muchas y alegres odio, un apagado susurro de ani ellos; la habían oído y pronuncialuces; pero entonces por las calles mosidad encubierta, un grito des do; pero hasta aquel momento ha.
comparecían mujeres hambrientas garrador de crueldad, un rechina. bía tenido un significado vacío e invendiendo sus caricias; por todas miento voluptuoso de violencia. sulso, como todas las palabras co.