FID:S FERDAD 61 cjue mareliaba así, aureolada por la luna, con ima corona de hojas, como una ninfa gentil de las landas, Los tapiales del camino aparecían como una línea blan. et1zca con un ingulu de sombras derisas. Los terrenos recién grados se extendían lo lejos bajo la argentada 112 de la luna brillando en un cielo traspirente. Un zárjón marcaba su caurs, al trarés cod via raya negra originada qor los miabrerales de sus orillas. Alli, la cresta de 19. certo nuestra su perfil atrevido y áspero sobre el horizonte celeste, y mús distante otros ccrros se borronean cir las neblinas. Los árboles meucban el cielo con sus masas Oscuras y de la inmensidad fe los campos dormidos surge; se levanta, flota un callada regocijo que alegra el ipimo.
Los dos campesinos cruzaron en el camino muy pocas palabras, entregado caila cuni las ideas dichosas de su luna de miel y cuando por fifi llegaron la puerta del ranebo, sin decirse nada, los dos se abrazaron estrechamente y se besaroy largamento en Inca antes de entrar.
Un sientecito tibio, cargado tle polen, empezaba a sapilar tior de tierra, liacicndo estremecer las hojas descolorijas de los árboles: La rochie inisteriosa culiría la mitad dcl mundo prolegiundo lits siembras. rs GUILLERMO LABARCA HưBUKTSON.
Las abejas Pendiente de a rama resgajada, harun onjnmore.
Su situación es provisional y debe ser cambiadą. Me nester és que vuele de allí y se Busque otra habitación, Lo saben todas las abejas y todas desean que cambie la situación; pero se hallan unidas las unas las otras