VIVI TERDAÖ 0 La siembra Oh! qué gusto! El trabajo liabía sido duro, pero ya concluyó y ahora sólo faltaba desuncir los animales para ir recoger la Clorinda que estaba ocupada en las casas y marchar después jugtos al misero ranchito, albergue de se libre amot, Y que alegre se siente uoo junto a la mujer querida, después del trabajo!
Todo el dia, bajo el sol que tostaba la piel, la yunta de Gregorio había caminado lentamente, de ida y de vuelta, tiraudo del arado que manejaba el pcón sudorosa, oliento tierras húmedas y lierbas verdes. Yabora todo este manto de biznagas y gualputas įn que sobresalían los palquis balanceantes, las melosas y los yuyos, está cubier to de surcos y en la tierra morena sólo se levantan aun los espinos de tonos grises y de troccos retorcidos. La campiña se adormece en el crepúsculo que empieza cubrirla de ocblinas y un baho toote parece brotar del suelo. El grano se ha hundido en su vientre generoso y en la paz de las cortas oracioncs de otoño cmpicza desde luego el proceso glorioso dest germioación.
El peon picaueó los bueyes para llegar más de prisa. PE, pt, pt. Liberal, Chacoli!
Era preciso apurarse ya que la vivienda estaba tad distante, pero qué importa al fin, si se iban juntos!
Al llegar a las casas, Gregorio halló a la Clorinda que lo esperaba desde ya lacía rato. Tuvo una sonrisa cariiosa para su mujer, que ella le devolvió gustosa. Por qué te has demorado tanto, Goyo Llegaremos de noche. Es que estaba arando en el potrero del risco, más allá del estero.
Se afanaba en descnyugar la yunta y después de haber colocado el yugo con las coyuidas eorrolladas debajo del