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57 Lecturas de clase del Grupo Internacionalista e o a IS el де le OS es la to as nUaön as les de su la para el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) mucho más que para el coronel García o el jefe de la junta militar democristiana, Napoleón Duarte. Como les ha enseñado la experiencia de fuerzas expedicionarias imperialistas desde Argelia hasta Vietnam, si el ejército del gobierno títere no está ganando la guerra contra guerrilleros que cuentan con apoyo popular quiere decir que la está perdiendo. Según el congresista Michael Barnes, un estudio del Pentágono del mes pasado estima que hay un 50 por ciento de posibilidades de que el FMLN gane en el campo de batalla. Otros observadores consideran que las posibilidades de la junta son mucho peores. De acuerdo al Washington Post (10 de noviembre de 1981) excursiones al campo fuera de la capital indican que se ha roto el estancamiento hace algún tiempo y que los guerrilleros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional están ganando terreno más rapidamente de lo que las tropas del gobierno pueden defenderlo. El ejército de la junta ha logrado asesinar (con la ayuda de los escuadrones de la muerte paramilitares) a más de 30. 000 civiles indefensos desde el golpe militar de los derechos humanos respaldado por EE. UU. en octubre de 1979. Pero se ha informado que los insurgentes le han infligido bajas de aproximadamente un 10 por ciento un nivel extremadamente elevado para una guerra de guerrillas.
En enero de 1981, los rebeldes del FMLN emprendieron una ofensiva general (algunos la llamaron final. esperando derrocar a la junta antes de que Reagan asumiera la presidencia. Fracasaron en su intento, pero en 11 días de combate los guerrilleros demostraron que podían confrontar las fuerzas del gobierno en muchos frentes y empezaron a ejercer cierto grado de control sobre grandes zonas del país. Después de que se suspendió la ofensiva la junta militar emprendió operaciones de limpieza. una tras otra, contra las regiones de base de los guerrilleros. limpiando repetidamente las mismas regiones. Cuando hay cielo despejado los hombres de negocios en San Salvador pueden ver desde sus oficinas los campamentos del FMLN sobre las laderas del volcán Guazapa a 30 kilómetros de distancia. En cinco intentos el gobierno no ha sido capaz de tomarlos. Por lo menos en seis ocasiones la junta ha iniciado ofensivas importantes en la provincia nororiental de Morazán; cada vez se retira con fuertes bajas y dejando el control a los insurgentes. En na. es ial ate los or agosto pasado el FMLN ocupó el pueblo de Perquín y lo mantuvo bajo su control durante una semana.
En julio agosto los rebeldes iniciaron una importante campaña de sabotaje económico, cuyos blancos preferidos eran plantas de energía eléctrica y las torres de conducción.
La tercera ciudad de El Salvador, San Miguel, ha quedado sin electricidad durante meses. Hasta el presidente Duarte tiene que viajar con un generador de corriente portátil para amplificar sus discursos en los pueblos fuera de la capital.
Para septiembre las dos principales presas generadoras de fuerza eléctrica habían sido copadas, y muchos de los puentes claves de carreteras y ferrocarriles habían sido destruídos. El FMLN celebró el segundo aniversario del golpe de 1979 volando el Puente de Oro (el más importante de El Salvador) que atravesaba el ancho río Lempa y era la arteria principal a la región oriental que constituye la tercera parte del país. Llevará años repararlo. Posteriormente a este ataque los guerrilleros emprendieron una nueva ofensiva cercando al pueblo de Suchitoto, a escasos 35 kilómetros de San Salvador.
Con esta situación favorable en el campo de batalla una dirección revolucionaria llamaría a que se redoblaran los esfuerzos por lograr una victoria militar, extendiendo la lucha por toda Centroamérica, movilizando a los obreros y a los campesinos para la toma del poder. Pero el Frente Democrático Revolucionario (FDR) salvadoreño, una formación de frente popular que agrupa a los guerrilleros del FMLN y unos cuantos políticos burgueses liberales, y sus comparsas en el extranjero prefieren presionar por una solución política negociada con la junta titere y sus amos imperialistas. Al no destruir a la rapaz oligarquía y sus carniceros militares, tal arreglo traicionero les robaría a las masas trabajadoras el triunfo por el que tanto han luchado y tanto han sufrido. podría propiciar otro baño de sangre como el que siguió a la fallida insurrección de 1932 acaudillada por el comunista Farabundo Martí.
La estéril búsqueda de un arreglo negociado ha sido la linea principal de la estrategia del FDR FMLN desde el fin de la ofensiva general final de enero pasado. Cada mes el FDR pone menos condiciones para la negociación, pero Reagan y Haig no están interesados y mucho menos lo están los coroneles de la junta. La última oferta, llevada a Naciones Unidas por Nicaragua en octubre, no lleva ninguna condición y se limita a llamar a elecciones (en un país donde la palabra electoral se utiliza solamente como adjetivo para describir fraude. y a una eventual reestructuración de las fuerzas armadas que excluya sólo a aquellos culpables de crímenes y genocidio. En los EE. UU. la mayor parte de la izquierda ha hecho suyo este llamado por una solución política con la esperanza de ganarse el apoyo de los Demócratas liberales (que no han movido un dedo para parar a Reagan. Robert Armstrong, un dirigente del Committee in Solidarity with the People of El Salvador (CISPES) explicó esta línea en el periódico Guardian (21 de octubre de 1981. Lo que ha unido siempre al club que elabora la política exterior norteamericana ha sido el objetivo común de que las fuerzas del FDR FMLN no deben ganar una victoria militar.
Es cierto. De ahí que ¡CISPES y otros reformistas se oponen violentamente al llamado de la Spartacist League por el triunfo militar de los insurgentes salvadoreños, y en tar ias